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Medardo Mora Solórzano | Del discurso a la acción

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El amplio respaldo ciudadano que recibió el presidente Noboa el 13 de abril le impone ser consecuente con ese apoyo

Hechos y no palabras, dice el clásico mensaje del Quijote. Hubo satisfacción ciudadana por el mensaje del presidente de la República en el acto de posesión del pasado 24 de mayo, en el que en términos generales esbozó los propósitos que tiene en el ejercicio de su alto cargo.

El amplio respaldo ciudadano que recibió el presidente Daniel Noboa en las elecciones del 13 de abril le impone ser consecuente con ese apoyo, por ello se aspira que concrete en acciones tangibles los enunciados hechos en su posesión; aquello debe irlo demostrando. El país está consciente de que los problemas son múltiples, que en unos casos podrán solucionarse en el corto plazo y otros tomarán algún tiempo en obtener resultados. Destaco la correcta decisión tomada de realizar una auditoría con empresas internacionales a las empresas públicas, convertidas en reductos de negociados y despilfarros; se espera que las conclusiones sirvan para corregir desafueros y sancionar a los responsables de los perjuicios causados al país.

Hay acciones prioritarias que el Gobierno puede ejecutar, demostrando su real deseo de atender aspiraciones ciudadanas represadas, como el justificado reclamo de las personas de la tercera edad sobre la ilegal retención de la devolución del IVA; para muchos de ellos es parte de sus ingresos para subsistir. No atender ese reclamo sería una expresión de indolencia con un grupo etario del que se afirma fue muy decisorio en la elección presidencial.

Es urgente imponer una exigente austeridad fiscal, no se trata de aumentar ingresos sino de controlar gastos, acelerar la inversión pública en acciones como la reparación de carreteras destruidas por la estación invernal o en la construcción de viviendas de interés social.

Hubo en mi opinión en el discurso presidencial ausencia de referencia a dos temas de trascendencia en una buena gobernanza del Estado: apoyar prioritariamente la actividad agropecuaria, base fundamental de la reactivación económica. Tampoco se expresaron criterios claros sobre procesos de descentralización o desconcentración del poder, esenciales para fortalecer la democracia.