No, no es la canción escrita por Armando Manzanero y que canta Luis Miguel a la que nos vamos a referir hoy. Más bien nos referimos a los resultados del estudio del Centro Estratégico de Geopolítica, que cifró en 3.500 millones de dólares el dinero sucio que se lava anualmente en nuestro país.

Los hallazgos de CELAG están en concordancia con análisis periodísticos que aseguran que en el país se lavan entre el 2 % y 5 % del PIB anualmente.

¡Tres mil quinientos millones de dólares de dinero sucio! ¡Qué horror! Eso significa que muchos estuvimos haciéndonos de la vista gorda en estos años.

Si no logramos cortar ese flujo de dinero negro, ellos seguirán teniendo plata para financiar jueces, policías, alcaldes, prefectos, guías penitenciarios y un centenar de autoridades. Más aún, les sobrará dinero para reclutar a los más de 40 mil jóvenes de las minimafias existentes, para entrenarlos, alimentarlos, vestirlos, armarlos y organizarlos en guerrillas urbanas.

El crimen organizado y sus actividades ilícitas no esperan que exista un plan estratégico, liderado por la Unidad de Análisis Financiero y Económico - UAFE- a nivel local, regional y nacional con el SRI, aduanas, Fiscalía, Contraloría, gobiernos autónomos descentralizados, bancos, cooperativas, gremios empresariales y sus cadenas de valor. No lo esperan, tampoco esperan que exista control en la cadena de distribución de combustibles para así evitar la fuga de ese recurso hacia el narcocrimen.

Pero si hay algún actor que debe asumir plenamente su responsabilidad, es el sector empresarial privado. Todos somos corresponsables de la debacle actual.

No pedimos jamás que todas las negociaciones se hagan por encima de la mesa, después de todo, como dice el dicho, para bailar el tango se necesitan dos.

Solo saldremos si a más de un esfuerzo público llega un esfuerzo privado. Una gran estrategia en que cada gremio, cada asociación, cada empresa tenga procedimientos claros que eviten que ese dinero sucio manche sus operaciones. Salida que es la respuesta precisa que todo el país espera.

Que por debajo de la mesa solo siga la bella canción.

¡Feliz 14 de febrero!