Los excesos del poder

Más allá de la cuestionable legalidad de la resolución, lo que debe preocuparnos es el tufo a componenda que tiene esta maniobra.
El Pleno del Consejo de la Judicatura (CJ) acaba de suspender al conjuez nacional Walter Macías. Él conoce causas penales que atañen al quehacer público y su separación temporal comprende incidencias en la sustanciación de varios casos de alto perfil. O sea, la potestad disciplinaria ejercida en su contra, bien podría entrañar una metida de mano a la administración de justicia o un mensaje de advertencia a los jueces. ¿O no?
Esto se torna más relevante cuando se entiende que el conjuez Macías tenía a su cargo el caso en contra de dos vocales del CJ, por presunto tráfico de influencias. Es decir, un escenario donde el controlado resuelve la suerte de sus controladores. Macías fue suspendido por una mayoría “de a dos” del Pleno, concretada por su presidente, Wilman ‘el señor de las estrellas’ Terán.” El antecedente fue una denuncia presentada apenas dos días antes. Sí, todo rapidito.
¿Fue una acción premeditada por parte del CJ? ¿Para qué? ¿Qué intereses tuvieron los vocales que aprobaron tan apurada medida preventiva?
Más allá de la cuestionable legalidad de la resolución, lo que debe preocuparnos es el tufo a componenda que tiene esta maniobra. Esto atenta contra la lógica que justifica la creación de este órgano de la Función Judicial: asegurar el correcto funcionamiento de la justicia.
Y lo que hemos visto desde que asumió la presidencia del CJ el delegado de la Corte Nacional de Justicia (CNJ), es todo lo opuesto. No solo han echado mano de la estructura del CJ para convertirlo en agencia de empleos, o para mover jueces ‘golondrinas’ a despachos estratégicos, sino que ahora también usan la potestad disciplinaria (al estilo de la Jalkh époque) para acomodar las decisiones según sus intereses.
La mano dura en el control disciplinario de los jueces debe existir, claro que sí. Pero para que sea legítima no puede haber sombra de uso político. Y esto sí preocupa, sobre todo cuando es evidente que el actual presidente del Consejo de la Judictura comparte agenda política con las presidencias de la Asamblea Nacional y la Corte Nacional de Justicia. Sí, con el ‘Saquipower’.
La administración de justicia ya no es contrapeso de los excesos de poder, es parte de los excesos y del poder.