Todos los jefes de Estado y ministros ofrecen crecimiento económico pero no lo logran. Parecería que no saben lo que es. Se lo define como el incremento de la cantidad de bienes y servicios por persona durante un período. Si se utiliza a la población total, no hay ningún beneficio. Es un incremento improductivo. 

Ecuador compite con otros países que manejan los recursos públicos y privados más productivamente, haciendo a Ecuador menos competitivo y corriendo el riesgo de ser desplazado. Es la eficiencia lo que ocasiona el verdadero crecimiento de la economía y en nuestro país los presidentes populistas del pasado han hecho todo lo contrario; hicieron crecer el tamaño del Estado a proporciones jamás antes vistas.

Si se hace una encuesta a nivel de la burocracia para preguntar lo que eficiencia significa, la mayoría no sabrá cómo contestar.

Desde hace algunos años he sugerido en esta columna la importancia de que el sector público publique varios indicadores de productividad. Cada ministerio debería tenerlo y no se requiere ser Einstein para elaborarlos, todo lo que se necesita es dejar de ser populista y actuar como verdadero estadista, deseoso de aumentar el nivel de vida de su pueblo.

Quienes dirigen el país deben tener la voluntad de ser el mejor, de nunca estar satisfechos. Siempre aspirar a más. Hace 20 años lo expresó Deng Xiaoping cuando afirmó que todos los chinos deberían ser millonarios. No se le ocurrió pensar que para aumentar el nivel de vida del pueblo había que perjudicar a los que económicamente estaban bien.

En los próximos años, lejos de disminuir la competencia entre países aumentará, con el incremento de nuevas tecnologías. Si queremos crecer con la agricultura es imperativo mejorar el rendimiento de los cultivos. Estamos muy lejanos porque Ecuador invierte una mínima cantidad en investigación y desarrollo, apenas 0,044 % del PIB. Similar nivel tiene América Latina. En el resto del mundo hay países con más de 3 %, muchos asiáticos. 

Es un desafío para el presidente Guillermo Lasso.