Hoy vamos a decidir sobre 11 preguntas, cinco trascendentes (las del referéndum), que cambiarán la Constitución, y seis (las que son propiamente de la consulta popular), cuyo efecto dependerá de la Asamblea Nacional, y que, si no fueran aprobadas hoy, igual las podría proponer el presidente Noboa, cuando así lo desee.

Esas seis preguntas son, en realidad, una estrategia electoral un tanto engañosa, diseñada para que Noboa obtenga un espaldarazo a menos de 10 meses de las elecciones presidenciales de 2025.

De las cinco preguntas del referéndum, las dos más importantes son: la primera, que es la reforma parcial a la Constitución, que dejó avanzada el presidente Lasso, y, que si la ciudadanía vota afirmativamente, permitirá que las Fuerzas Armadas complementen el trabajo de la Policía Nacional en el combate a los delitos más graves, sin que sea necesario declarar estado de excepción, y por un máximo de 210 días. Y la segunda, también un rezago de la consulta del año pasado, con algunas mejoras, para permitir la extradición de ecuatorianos.

De otra parte, la crisis energética, advertida desde hace meses por gremios, expertos y periodistas, que ha revelado la falta de cuidado del presidente para elegir ministros responsables y con capacidad, es una alerta más que nos obliga a reflexionar si debemos extender el ejercicio del poder de Daniel Noboa. Más aún, luego de los graves episodios de populismo autoritario, que ahora incluye la aparente presión para la cancelación del movimiento Construye en el Tribunal Contencioso Electoral, con la denuncia de la presidenta del CNE, Diana Atamaint. Detallazo.

Por todo esto, el voto de hoy es un voto pragmático, a favor de los temas que tienen una utilidad real para el país; voto que no deberá ser interpretado como un respaldo al Gobierno, y que, sea cual sea el resultado, no asegurará la victoria del presidente candidato en las elecciones de febrero de 2025.

Falta que corra mucha agua por el embalse de Mazar.