Fernando Insua Romero | No desmayes, Roxana

Mientras haya una sola escuela donde enseñar signifique herir y castigar con burlas, seguiremos fracasando como sociedad
“El maestro no solo debe enseñar, sino redimir”, escribió Gabriela Mistral, recordándonos que educar no es solo transmitir saberes, sino acoger y proteger. Pero el caso de Rick Mora, un joven de 16 años que se quitó la vida en febrero pasado en Guayaquil, muestra el abismo entre ese ideal y la dura realidad.
Rick era alegre, soñador, auténtico. Soñaba con ser actor. Lo describo para ver si nos vemos reflejados en aquella época en la que también soñábamos, de la que muchos guardan gratos recuerdos. Rick no vio eso. En su colegio fiscal no encontró inspiración sino desprecio. Según denunció su madre Roxana, fue víctima de acoso constante por parte de sus compañeros, instigados por una profesora que -lejos de corregir- lo llamaba haciendo referencia a su preferencia sexual frente a todos. Así, lo que debió ser un espacio de formación se convirtió en un infierno cotidiano. Le lanzaban balones, le vaciaron un baldazo de agua, lo empujaban. Roxana pidió ayuda al colegio varias veces. Entregó pruebas, chats, denuncias. Nada cambió. La institución ignoró los protocolos que el Estado exige para proteger a estudiantes en situación de vulnerabilidad. El colegio fiscal, que debía cumplir la ley, eligió mirar a otro lado. Como muchos colegios que consideran ‘normal’ la vacuna entre estudiantes, el robo, los abusos, la pandilla, la corrupción de profesores, el ‘bullying’, pero que sí consideran anormal y moralmente castigable a una persona maravillosa. Así, Rick, que estaba en la edad en que la vida comienza a florecer, decidió apagar la suya.
Las cifras son frías pero elocuentes: en Ecuador uno de cada cinco estudiantes sufre acoso escolar. En jóvenes LGBT+ el riesgo de suicidio se multiplica. La Corte Constitucional ya había ordenado protocolos de protección, pero la ley sin empatía no salva. Solo el amor educa, solo la dignidad forma.
Hoy su madre guarda su cuaderno, su ropa, su sonrisa. Y clama justicia. La Fiscalía investiga un posible delito de odio e instigación al suicidio. Tal vez Rick nos perdone allá arriba si ve que no todos callamos. Pero, mientras haya una sola escuela donde enseñar signifique herir y castigar con burlas, seguiremos fracasando como sociedad.