Diana Acosta-Feldman: El escrutinio público

La libertad de expresión es vital en democracia, pero debe ejercerse con responsabilidad y sustento legal
Todo aquel que, valientemente, decide entrar a la política, está sujeto al escrutinio público como parte de la democracia; la opinión debidamente fundamentada puede en algunos casos no gustar a quien la recibe, sin embargo, esa crítica es parte de la libertad de expresión y prensa.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha manifestado que la libertad de expresión y la libertad de prensa son pilares fundamentales de las sociedades democráticas y un derecho humano fundamental, esencial para el ejercicio de otros derechos. Pero obviamente este privilegio viene acompañado de la responsabilidad de sustentar los dichos y comentarios, caso contrario es un atentado contra la honra y buen nombre de las personas.
La CIDH ha emitido decisiones que abordan el tema del equilibrio que debe existir entre la protección a la honra y la libertad de expresión de los periodistas, como el caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica (2004), sobre un periodista condenado por difamación, por denunciar actos de corrupción.
La Corte decidió que esa condena violó la libertad de expresión, pues la exigencia de que los periodistas deben de probar la veracidad de las afirmaciones de sus artículos periodísticos implica una restricción excesiva a la libertad de expresión, ya que los ciudadanos tienen el legítimo derecho de conocer sobre temas de interés público.
En el caso Kimel vs. Argentina (2008), sobre otro periodista condenado por difamación por cuestionar un caso judicial, la Corte determinó que dicha condena violaba la libertad de expresión y “afecta negativamente el debate público y la función crítica de los medios de comunicación”.
Debemos recordar que la libertad de expresión tiene una estrecha relación con el interés público y quien participa en política debe tener claro lo que involucra subirse a la palestra pública.
Desde luego, quienes tienen el privilegio de estar tras un micrófono o una pluma, ejerciendo el periodismo, tienen la responsabilidad legal y moral de no injuriar y de que sus investigaciones se sustenten en hecho reales, documentos fidedignos y no en infamias.