Jaime Izurieta | Batalla urbana: privado vs. público

Si permitimos que las ciudades privadas florezcan, de seguro alguna nos sorprende
Teddy Roosevelt es uno de los más legendarios ambientalistas. Cuando fue presidente de los Estados Unidos aseguró la protección de 230 millones de acres de parques nacionales y reservas naturales.
Hoy existe una controversia acerca de la propiedad de esas tierras. Se habla de designar algunas secciones para su venta con el fin de atacar el déficit de unidades de vivienda.
Algunas voces opuestas han planteado alternativas como intervenir sectores de ciudades que se encuentran en franco declive, para desarrollarlos y construir allí las unidades habitacionales para cubrir el déficit.
Varias ciudades en los Estados Unidos, la primera economía global, viven en condiciones peores que las más pobres de Latinoamérica. Desde mediados del siglo XX, han experimentado reducciones dramáticas de población, rentas, y empleo productivo. Algunas no pueden ni siquiera costear servicios de emergencia y manejo de desechos.
La pregunta clave es si el sistema actual de gobernanza y desarrollo urbano permite gobernar y desarrollar ciudades. El bloqueo político por parte de grupos de presión, la política pública revanchista, y los obstáculos crecientes a la acción empresarial han terminado por deteriorar gravemente la calidad de vida en ciudades que estuvieron entre las más grandes, dinámicas y ricas de la historia. Lista que, por cierto, no solo incluye a Detroit o Rochester, sino también a La Habana y Caracas.
El experimento de centralización de la planificación urbana, de rentismo, de economías locales dictadas desde los concejos municipales ha fracasado. La nota esperanzadora la ponen las ciudades privadas que se han intentado históricamente, con diversos grados de éxito, así como algunos ejemplos actuales, como en Poundbury, Próspera, o Neom.
¿Podrán estos pioneros plantear un nuevo sistema de gobernanza urbana?
Como dice el biólogo Matt Ridley, la innovación aparece de la nada, luego de una larga lista de intentos fallidos y pequeños avances. Si permitimos que las ciudades privadas florezcan, de seguro alguna nos sorprende.