Josep Borrell: Hay que hacer frente a los Estados Unidos de Trump

EE.UU. también depende de Europa. La UE todavía constituye una quinta parte del consumo mundial
El 2 de mayo, la Oficina Federal Alemana para la Protección de la Constitución determinó que Alternativa para Alemania (AfD) reúne los requisitos para la clasificación como partido extremista de ultraderecha. En respuesta, Marco Rubio (secretario de Estado del presidente estadounidense Donald Trump) defendió a la AfD y denunció la decisión como un acto de “tiranía encubierta”.
Igual que el discurso que pronunció en febrero el vicepresidente estadounidense J. D. Vance en la Conferencia de Seguridad de Múnich y el vehemente y reiterado apoyo de Elon Musk a la ultraderecha europea, estos ataques confirman que EE.UU. ya no es un aliado de Europa, se ha convertido en su adversario.
Trump ha dado señales de que está dispuesto a dejar Ucrania a merced de Rusia y busca abiertamente destruir el modelo social, ecológico, económico y democrático de Europa. El objetivo de Trump es crear un orden mundial autoritario y antiliberal.
Quiere desmantelar el Estado democrático de su país; forjar alianzas transaccionales con los principales regímenes iliberales del mundo; y crear una fortaleza norteamericana inexpugnable estableciendo la soberanía estadounidense sobre Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá. Y para lograrlo no descarta el uso de la fuerza.
Que Ucrania caiga en la órbita de Rusia no es problema para él, porque aplaude el regreso a un mundo de grandes potencias con “esferas de interés”. Todos estos objetivos plantean desafíos geopolíticos, económicos y de seguridad a Europa.
El antieuropeísmo de la administración Trump no sale de la nada. EE.UU. lleva mucho tiempo con la mirada puesta en Asia y tratando de desvincularse de Europa. ¿Qué puede hacer Europa? Dar una respuesta contundente a la guerra comercial de Trump y no ceder a su extorsión en relación con nuestra regulación de las megatecnológicas.
Europa debe buscar sin cesar la soberanía estratégica en las áreas de defensa y alta tecnología; debemos acercarnos a otros países de ideas afines que han sufrido las agresiones de Trump: Japón, Corea del Sur, Canadá y Australia; y tenemos que acercarnos al sur global, para aliviar la presión de Trump y Putin, alejándonos de políticas migratorias basadas en una idea de Europa fortificada.
Tras ocho décadas de estrecha alianza es comprensible que a los europeos les cueste acostumbrarse a un presidente estadounidense que actúa como dictador ruso. Los cambios necesarios hallarán resistencia en algunos países de la UE políticamente alineados con el trumpismo.
También será difícil para la Comisión Europea, que en los últimos años ha mostrado tendencia sistemática (y hasta cierto punto negligente) a alinearse con EE.UU. en todos los temas. Felizmente, recientes declaraciones del nuevo canciller alemán Friedrich Merz hacen pensar que uno de los países más tradicionalmente atlanticistas de Europa comprende el nuevo desafío al que nos enfrentamos.
El Partido Popular Europeo y las fuerzas nacionales que lo integran también deben cortar los intentos de congraciarse con populistas de ultraderecha que están totalmente alineados con Trump y Putin. Los partidos europeos de centroderecha tienen que volver a las alianzas tradicionales con los socialdemócratas, los liberales y los verdes para hacer un frente común contra Trump. Independizar a Europa de EE.UU. no será fácil. Pero si no actuamos ya mismo y con decisión, un futuro aciago se cernirá sobre nuestro modelo social y democrático.