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Bono demográfico y el futuro de la vivienda

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"El desarrollo de vivienda no es factible sin las condiciones necesarias y un ambiente propicio por parte del sector público"

Al momento de abordar una agenda de desarrollo de vivienda en el mundo y en el Ecuador la primera pregunta que surge es: ¿cuánto más pueden crecer las ciudades en términos de tamaño y población? Somos 7.800 millones de personas en el mundo y aproximadamente 17,3 millones en el Ecuador. Según proyecciones estadísticas, nuestro país llegará al pico de su población en aproximadamente 50 años, y al día de hoy más del 50 % de ecuatorianos tiene menos de 30 años de edad. Este fenómeno se llama bono demográfico y se lo entiende por el crecimiento potencial de un país dado por los cambios en la distribución de edades en su población.

Ese gran porcentaje de la población todavía no adquiere una vivienda. Adicionalmente, el déficit habitacional cuantitativo en el país hoy sigue por arriba del 10 % (600.000 viviendas aprox.). Siendo la vivienda adecuada un catalizador fundamental para nuestro desarrollo social y económico y ante significativos cambios tecnológicos y demográficos, nos tenemos que preguntar cómo abordaremos el futuro de la vivienda.

Para pisar el acelerador y aprovechar estas ventajas demográficas necesitamos enfocarnos en la convergencia de factores fundamentales. Factores endógenos como la oferta y la demanda de vivienda empiezan a mostrar una clara intención de recuperación posterior a los eventos relacionados con la pandemia de COVID-19 y la desaceleración económica vivida en los últimos años. En el siglo XXI, el concepto básico de vivienda evoluciona desde seguridad, confort y familia, hacia tecnología, conectividad, sostenibilidad y calidad de vida. Un consumidor empoderado, acompañado de herramientas tecnológicas que le permiten comparar, analizar y escoger es determinante en la definición de estándares de la industria.

La oferta a su vez, tiene que ser capaz de captar esta sensibilidad hacia nuevas tendencias y requerimientos que hoy en día dejan de ser lujos para volverse exigencias. El ladrillo, que ha sido lento globalmente en adoptar cambios tecnológicos, puede brindar hoy el acceso a herramientas y complementos que le permiten mejorar significativamente su oferta, desde una parte técnica y constructiva hacia la experiencia de compra y producto. Sostenibilidad, eficiencia energética, tecnología, conectividad, correctos diseños urbanísticos, áreas verdes, viviendas inteligentes y nuevas amenidades se pueden encontrar hoy en el mercado ecuatoriano a precios competitivos.

El desarrollo de vivienda no es factible sin las condiciones necesarias y un ambiente propicio por parte del sector público. Partiendo de un plan coordinado y representativo para diseñar urbes sostenibles y la creación de correctos incentivos para que de la mano del sector privado se cree el efecto multiplicador requerido. Sin una política clara de financiamiento los planes quedarán en la carta. Tenemos que posicionarnos, desde el sector financiero público y privado para poder canalizar los recursos correctamente a un sector que además de ser motor de la economía es proveedor de activos financieros seguros y rentables.

Teniendo sobre la palestra la necesidad, es imperativo aprovechar esta gran aceleración de cambios y replantear las ciudades en las que vivimos.