Carlos Emilio Larreátegui | Punto de inflexión

¿Qué lugar tiene América Latina en la era asiática que está comenzando?
Nos encontramos en un punto de inflexión en la historia de nuestra civilización. Desde América Latina -donde hemos vivido obsesionados con Estados Unidos- es difícil percibirlo. Pero está ocurriendo, y a pasos agigantados: por primera vez en 2.500 años, el futuro no está en Occidente.
Mientras Estados Unidos levanta muros, China promueve la cooperación y el intercambio como motores de desarrollo. Ha impulsado diversas iniciativas, como la Franja y la Ruta o el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, que fomentan el comercio y la integración entre las naciones. El recientemente inaugurado Puerto de Chancay, en Perú -que generará miles de empleos y aportará hasta 4.500 millones de dólares a la economía peruana- es prueba de ello. ¿Alguien recuerda cuál fue la última iniciativa de esta envergadura impulsada por Estados Unidos?
En materia de innovación -quizás el único campo en el que Estados Unidos aún mantiene una ventaja- China avanza vertiginosamente y se acerca a su rival. La noticia, hace unos meses, sobre el desarrollo de DeepSeek en inteligencia artificial demostró que las empresas chinas pueden obtener los mismos resultados que sus contrapartes estadounidenses, a menor costo y en menos tiempo.
En el ámbito energético, China está a años luz del resto del mundo. Más de la mitad de su parque automotor ya es eléctrico y produce el 80 % de las baterías para este tipo de vehículos a nivel global. Además, en 2024 alcanzó un 60 % de generación energética proveniente de fuentes renovables. El mes pasado fuimos testigos de un hito aún más notable: por primera vez en su historia industrial, China logró reducir sus emisiones de carbono mientras su economía seguía creciendo.
¿Qué lugar tiene América Latina en la era asiática que está comenzando? Podemos llenarnos de falsas esperanzas que alimenten nuestra mediocridad, pero si no entendemos las nuevas dinámicas económicas ni nos integramos a las cadenas de valor emergentes, quedaremos irremediablemente rezagados. Es imperativo que América Latina enfrente la realidad: el futuro ya no está en Occidente.