Carlos Larreátegui: Liberemos a la universidad

En los países más avanzados, las universidades son motores de desarrollo y conocimiento
Hay tres cifras sobre el ritmo del avance tecnológico en el mundo que resultan estremecedoras. Primero, en apenas cuatro años, ChatGPT cuenta con más de cien millones de usuarios semanales. Segundo, Amazon opera más de 750.000 robots en sus bodegas, con una tasa de error inferior al 0,01 %, reemplazando a millones de trabajadores humanos por máquinas. Tercero, la lista de las diez carreras con mayor empleabilidad en 2025 no coincide en absoluto con la del 2005. El mundo avanza a pasos agigantados, exigiendo conocimientos que ni siquiera existían hace una década.
Ante esta realidad, resulta incomprensible que la legislación ecuatoriana imponga trabas que obstaculizan construir un Ecuador más innovador y competitivo. ¿Cómo pretendemos preparar a la juventud para los retos -no ya del futuro, sino del presente- si seguimos atados a un sistema rígido y anacrónico? Un sistema educativo sólido debe ser diverso y libre. Las distintas instituciones deben tener autonomía para enfocarse en las actividades que contribuyan a su misión. Solo un modelo con esas características puede impulsar el desarrollo, al generar aportes complementarios que eviten esfuerzos duplicados y, en el balance, logren un mayor impacto. Sin embargo, el modelo de evaluación y acreditación nacional vigente impone a las universidades un modelo único, basado en reglas que pertenecen al siglo pasado. Esto provoca duplicación de esfuerzos, dispersión de recursos humanos y materiales, así como grandes ineficiencias.
Urgen reformas legislativas que permitan un sistema de educación superior más dinámico, capaz de contribuir al desarrollo del país. En particular, se debe reformar la Ley Orgánica de Educación Superior y el Código Ingenios -este último regula las atribuciones de la Senescyt-, vestigios del correísmo que hoy imponen una regulación casi orwelliana sobre los aspectos más insignificantes del funcionamiento universitario.
En los países más avanzados, las universidades son motores de desarrollo y conocimiento. Liberemos a la universidad ecuatoriana de las enormes ataduras que hoy limitan su potencial.