Los políticos deben ser calificados

El servicio público es muy distinto a administrar una hacienda pública (república)

Hay una pesada herencia en la vida política ecuatoriana. Nace como forma de administración de recursos a partir del sistema de la hacienda, cuando los dueños fungían ser propietarios pero los administradores eran los capataces. Los capataces pues, ahora son los políticos. Con poquísimas excepciones, la casi totalidad de los políticos no son idóneos para cargos de servicio público. Se cree que un método para la calificación de los políticos aspirantes al servicio público son los diplomas académicos. Ello no es verdad, porque los principios morales, éticos y de responsabilidad se aprenden desde el hogar, se pulen en la escuela y se adornan en las universidades. El servicio público es muy distinto a administrar una hacienda pública (república). Por tanto, las características que se derivan desde su aprendizaje en los hogares son las que menos se usan: frugalidad para el trabajo y honradez. Entonces, un político debe ser primero trabajador y, sobre todo, honrado. Los títulos académicos lo que hacen es dibujar vistosamente su imagen para la conquista de votos. Hay muchos casos en que los políticos, con título o sin él, fracasaron porque vieron en el trabajo una actividad improductiva y en el pensamiento concentrado solo para robar la consecuencia de una educación pobre, simple y brutalizada por malos maestros. Urge mejorar los requisitos para la formación de políticos.

Francisco Bayancela González