La educación es la clave

Ahora vemos, con dolor, que los estudiantes desde antes de culminar su bachillerato y al graduarse sienten la exclusión pura y dura

El último censo penitenciario, al referirse al nivel educativo de la población carcelaria del Ecuador, nos revela una escalofriante cifra: el 32,92 % son bachilleres.

¿Cómo llegamos a esta situación? Desde la Ley de Educación Superior de agosto del 2010 cambió la realidad de los bachilleres. Se establecieron cupos. Y los antitécnicos exámenes de ingreso les impidieron acceder a la universidad, siendo mayormente perjudicados los más pobres. Como ejemplo, el año 2021 para los exámenes de la Senescyt se postularon 331 mil bachilleres y de ellos 210 mil no consiguieron un cupo, como lo confirmó la propia Secretaría de Educación Superior.

Desde entonces, miles de jóvenes se encontraron sin opción de cursar una carrera profesional, volviéndose vulnerables a los malos ejemplos de amigos y conocidos y con adicciones y drogas fáciles de adquirir, al estar en sus barrios, sin estudios y ociosos, sin tener un trabajo remunerado.

Ahora vemos, con dolor, que los estudiantes desde antes de culminar su bachillerato y al graduarse sienten la exclusión pura y dura, sin opción de una carrera universitaria que les posibilite mejorar su situación económica y familiar. Como aconteció en Medellín o Singapur, algún rato se tomarán medidas para recuperar la paz y seguridad. Una de ellas necesariamente debe ser la referida al justo ingreso de los bachilleres a las universidades. Es urgente atender las vidas sin opciones de muchos jóvenes que, sin futuro, se vuelven vulnerables a las adicciones y la delincuencia.

Wilson Sánchez Castello