La única forma de curar nuestra frágil democracia es darle una dosis de verdadera democracia; la vía en que elegimos es fundamental. Mientras no construyamos un sistema electoral transparente y legítimo, que garantice la voluntad del pueblo en una elección justa y equitativa de sus representantes, no ocurrirá. Para lograrlo necesitamos asegurar que el proceso electoral, desde la selección de autoridades y aspirantes a ocupar los cargos esté libres de influencias políticas o partidistas. Un sistema electoral que evite influencias de particulares o grupos de poder. Los partidos políticos deben promover la participación ciudadana y exigir filtros reales en la selección de candidatos, con procesos abiertos y democráticos, eliminando a quienes tengan procesos pendientes con la ley; promover la formación de candidatos garantizando su idoneidad e integridad; priorizando la evaluación de antecedentes, conflictos de interés, idoneidad para el cargo que asegure su capacidad para representar ética y efectivamente a la ciudadanía. Implementar mecanismos efectivos de rendición de cuentas a la ciudadanía, para supervisar y evaluar su gestión, incluyendo el financiamiento de campañas, declaraciones patrimoniales y seguimiento periódico durante el ejercicio del cargo. Esta participación activa de la ciudadanía es una necesidad si se desea fortalecer la legitimidad. Rescatar la misión de los partidos políticos y que se les separe de su participación en el CNE, eliminando la nociva ‘deuda política que plantea un negocio para quienes buscan enriquecerse ilícitamente.

Mario Vargas Ochoa