Cartas de lectores | Seamos una gran potencia de cultura

En solo cinco núcleos provinciales permanece el modelo conservador arrastrado, pero que también ha logrado grandes hazañas

“Si no podemos ser una potencia económica, política, diplomática y menos, mucho menos militar, seamos una gran potencia de cultura, porque para eso nos autoriza y nos alienta nuestra historia”, dijo el lojano Benjamín Carrión.

Para cumplir ese precepto creó la Casa de la Cultura Ecuatoriana, única institución cultural que tiene presencia territorial en las 24 provincias del país.

En agosto se llevará a cabo el proceso interno de elecciones en la Casa de la Cultura. La institución cultural más relevante del país, golpeada por la tijera de los recortes presupuestarios gubernamentales, sobrevive a duras penas. Sin fondos, sin el respaldo económico del Ministerio de Finanzas ni el de Cultura, la Casa ha tenido que reinventarse.

La Sede Nacional remodelará el Edificio de los Espejos con el apoyo económico del Municipio de Quito. El Núcleo de Imbabura, hace algunos años, cambió la cubierta de su área patrimonial con la ayuda del Municipio de Ibarra. Y así, los ejemplos abundan. Bien sabemos que la Cultura es para nuestro Estado ‘la última rueda del coche’. El sueño de Carrión sigue vigente gracias al empuje de pleclaros dirigentes que han sabido empujar las velas de sus barcas a pesar de los pesares.

En agosto se decide si continúa la reforma llegada a la dirección nacional hace un lustro atrás, o si el gremio artístico y cultural decide girar nuevamente al conservadurismo. En solo cinco núcleos provinciales permanece el modelo conservador arrastrado año a año, pero que también ha logrado grandes hazañas. Si bien el Reglamento de Elecciones excluye la posibilidad de postulación a director a extranjeros residentes permanentes en el país, contradiciendo lo establecido en la norma constitucional, existimos muchos no nacidos en la patria andina que nos sentimos parte de ella como un hijo más y que colaboramos generosamente con la CCE. El tiempo y la democracia tienen la última palabra.

Pablo Virgili Benítez