No se puede entender de otra manera las manifestaciones de sus afiliados, defendiendo a rajatabla que se haga escarnio de la soberanía de Ecuador, aplaudiendo el plan para que Glas escape de la embajada de México con la complicidad dogmática del gobierno de ese país. Quien ama a su país respeta su soberanía y dignidad, no se colude con otros para pisotear ambas cosas. 

Ya lo hicieron con la Sra. Duarte, quien escapó subrepticiamente de la embajada Argentina, en un acto de burla a las autoridades ecuatorianas; pretendían hacer lo mismo en este caso. Quienes eluden la justicia y a las autoridades hacen burla de la Función Judicial y de la Policía. 

Eso no es amar al país sino permitir que desde otros países nos conviertan en el hazmerreír del mundo. Un grupo político que identifica sus mezquinos intereses con los del país no es digno de confianza de los electores. 

Las peroratas de sus líderes, cargadas de mediocridad, incoherencias, buscando recovecos conceptuales para criticar la acción del Gobierno y desprestigiarlo son un derroche de odio, emblemática prepotencia que encierra el mensaje de “ustedes son tontos, nosotros somos los únicos que razonamos correctamente”. 

Esta oportunidad incluye una actitud muy soberana, arriesgada y probablemente abusiva sobre el derecho internacional pero, ¿no es más abusivo, atentatorio contra la soberanía, el pretender sacar escondido a quien ha sido sentenciado en varios casos de corrupción, con participación en actos reñidos con la ley y abusando de fondos públicos que pertenecen a los ecuatorianos?

José M. Jalil Haas