Cartas de lectores: ¿Qué es la música para usted?

¿Por qué no llenar este entorno violento y banal con buena música?

“No vale la pena romper el silencio si no es para mejorarlo”, dijo Beethoven, quizá el más autorizada para hablar de música y silencio. El rey Saúl decía que solo el arpa de David calmaba los espíritus malignos que lo atormentaban. Platón creía que la música purificaba el alma a través del ritmo y la armonía. Aristóteles afirmaba que era la pasión hecha sonido. 

Desde los cantos gregorianos del Medioevo hasta la polifonía; del Renacimiento y sus madrigales, origen de la canción, al Barroco florentino de Vivaldi y Bach; del esplendor sinfónico de la música clásica, cuya estructura aún perdura; del piano de Mozart al Romanticismo de Beethoven, Chopin y Chaikovski. Del blues al jazz, rock and roll, rock, explosión del pop, impacto de la tecnología, música electrónica, New Age, música folclórica, fusiones y amalgamas actuales. 

Para Schopenhauer, el filósofo del pesimismo: “La música es lo más alto de las artes, la fuerza primordial que impulsa la existencia”. Nietzsche decía: “La vida sin música sería un error, un trabajo penoso, un exilio”. En el mundo académico es el lenguaje universal; una de las seis bellas artes capaz de elevar el espíritu, liberar dopamina y activar ambos hemisferios cerebrales. 

Mi encuentro temprano con la música fue con la guitarra, el requinto, el acordeón y las tres voces bien definidas y afinadas de mi padre y mis tíos; pasillos, boleros, albazos, pasacalles, sanjuanitos y danzantes sonando en las amplias salas de madera en reuniones familiares; la canción con lírica exquisita, expresando sentimientos e ideas acompañados de ritmos, melodías y círculos armónicos. 

De esto que para mí es música, al fenómeno actual de ruidos y voces balbuceantes, basado en el abuso del ritmo sincopado (dembow), pobre en armonía y melodía, de lírica vulgar, bailes explícitos y sexualizados que apelan a lo más básico, hay enorme distancia. Sin embargo, medios, eventos y espacios públicos están saturados de este fenómeno, sin una reacción firme de la academia, de instituciones artísticas, ni de quienes dicen velar por el respeto a la mujer y al medio ambiente, frente a esta contaminación auditiva, visual y ética, reflejada en videoclips donde la mujer cumple un rol degradante, en escenarios de ostentación y vacuidad. ¿Por qué no llenar este entorno violento y banal con buena música? Esa que despierta lo mejor del alma, endulza con su melodía, sorprende con armonías, alegra con ritmos, eleva, pacifica y transforma.

Xavier Robles B.