Cartas de lectores: Docentes firmes ante violencia creciente

Ser docente en Ecuador hoy es un acto de valentía

La inseguridad acecha la labor docente en Ecuador con una violencia creciente. Extorsiones, amenazas y ataques han convertido la docencia en una profesión de alto riesgo, afectando la tranquilidad y el derecho a educar con seguridad. Bandas criminales exigen dinero a profesores que viven con miedo constante. 

Algunos han sido secuestrados o atacados dentro y fuera de las escuelas. A pesar de las denuncias, las respuestas oficiales son insuficientes, y muchos deben volver a sus aulas sin garantías. Ante esta crisis, la reacción docente debe ser de unidad y resiliencia. Organizar redes de apoyo, compartir información y acompañarse es clave para enfrentar el miedo y proteger la integridad de la comunidad educativa. 

Es vital exigir al Estado medidas concretas: seguridad reforzada en escuelas, funcionamiento de botones de pánico y patrullajes constantes. Sin estas garantías, la educación se compromete y el futuro de miles de estudiantes está en riesgo. La denuncia pública también es una herramienta poderosa. 

Los docentes debemos alzar la voz, apoyados por gremios y sociedad civil, para que las autoridades actúen con urgencia. Finalmente, cuidar la salud mental es esencial. Redes de apoyo psicológico y espacios seguros deben promoverse para sobrellevar el estrés que esta situación genera. Ser docente en Ecuador hoy es un acto de valentía. Frente a la violencia, la unión, la denuncia y la exigencia de protección son el camino para preservar la educación y la dignidad de quienes forman a las futuras generaciones.

Roberto Camana-Fiallos