Cartas de lectores | Debemos estar atentos y vigilantes para acabar con los corruptos
Para combatir exitosamente la corrupción deben adoptarse sanciones ejemplares para los culpable y que no prescriban
Con el caso Ligados quedó en descubierto la forma en que algunos que se creen poderosos violan flagrantemente el principio de igualdad ante la ley. Corresponde evaluar qué tan corrupto es el país y qué tan extendida está esa perversa costumbre del tráfico de influencias y de usar contactos y conexiones con las autoridades para recibir ‘favores’. El revuelo que continúa generando el contenido de chats y conversaciones que siguen encontrando registrados en teléfonos da razones para ser pesimista respecto al nivel de corrupción en el país. Los chats del teléfono del consejero reflejan que él alardeaba de su capacidad para ejercer influencia en los espacios altos de poder, solo porque estaba convenientemente conectado con el caudillo del partido al que representaba y ciertos representantes en otras instituciones.
Más allá de las responsabilidades individuales que pudiera haber respecto a delitos asociados a las causas ya abiertas o a otras que se pudieran abrir, las revelaciones asociadas a este caso alimentan las sospechas de que la corrupción es una práctica común y extendida en las altas esferas del poder político en Ecuador. Aunque el daño a la poquísima confianza a las instituciones ya está hecho, es fundamental que la justicia castigue ejemplarmente a todos los responsables de delitos para combatir la creencia de que los poderosos en Ecuador violan la ley sin temor a represalias. En todos los países la corrupción es una amenaza que nunca deja de estar presente. El escándalo del caso Ligados deja en claro que nuestro país tiene problemas muy evidentes de corrupción y tráfico de influencia, como los casos Metástasis, Plaga y Purga.
La corrupción se enraíza en la sociedad cuando los corruptos saben que basta con esconderse por un tiempo hasta que pase la presión y la molestia ciudadana. Cuando sienten que la gente ya está preocupada en otros casos, los corruptos salen de sus madrigueras y vuelven a sus andanzas sin ningún pudor.
Para combatir exitosamente la corrupción deben adoptarse sanciones ejemplares para los culpable y que no prescriban. Pero también debemos mantenernos vigilantes porque los otros corruptos, que esta vez pudieron esconderse, volverán a salir del lugar donde se esconden cuando sientan que la molestia popular ha disminuido, y así seguir delinquiendo. ¡En Ecuador hay muchos corruptos... pero los buenos somos más!
Mario Vargas Ochoa