Cartas de lectores | Alcalde tres de diez

Quito no es la ciudad más linda ni está renaciendo; está en retroceso, camino al siglo XIX, gracias a su gestión

Solo tres de cada diez quiteños con derecho al voto eligieron al sociólogo Muñoz como alcalde, por lo tanto, es una autoridad respaldada por una minoría.

Hablar de “la ciudad más linda del mundo” o de que “Quito renace” son eslóganes vacíos ante la crisis administrativa y la mala gestión que atraviesa la ciudad.

Recuerdo el sesquicentenario de la Batalla de Pichincha en 1972, cuando Quito se llenó de solemnidad. Hoy esa fecha pasó casi desapercibida. Cambiar la celebración cívica del 10 de agosto es un error. A ello se suma el deterioro visible, como la Ruta Viva, mal iluminada, convertida en mercado informal y pista de alta velocidad sin control. Las autoridades permiten esta informalidad y riesgo, en una aparente complicidad.

El centro histórico ha decaído. La eliminación del Fonsal y el fin de la cooperación internacional han dejado calles abandonadas, llenas de grafiti, delincuencia y comercio informal. No hay un plan real de recuperación. La Mariscal se ha vuelto una cantina abierta para universitarios. Mientras tanto, el alcalde y concejales se enfocan en contrataciones y descuidan el mantenimiento básico, como el del Metro, que sigue sin contratos adecuados tras dos años de operación.

Quito empieza a parecerse al deteriorado centro de La Habana. Barrios clandestinos crecen sin control en las laderas, y aunque el Municipio lo sabe, no actúa por cálculo electoral.

El alcalde Muñoz ofreció un modelo público-privado para vías clave como la Ruta Viva, pero siguen siendo rutas de la muerte. Sus funcionarios carecen de competencias técnicas y abundan en demagogia; debería pedir sus renuncias y solicitar auditorías a la Contraloría.

A dos años de su mandato, Muñoz solo ha ejecutado poco más del 50 % del presupuesto. Su modelo de gestión es obsoleto y sin control, con más de 20.000 funcionarios mal dirigidos.

Los políticos improvisados solo buscan cargos y beneficios personales. Si quiere terminar su mandato dignamente, debe rodearse de técnicos capaces y dejar de invertir en campañas publicitarias inútiles.

Quito no es la ciudad más linda ni está renaciendo; está en retroceso, camino al siglo XIX, gracias a su gestión.

Wagner Mantilla Cortés