Michelle Rojas nació en Quito con el chip de la actuación, por eso, desde muy chica tenía clara la película. Tenía apenas seis años cuando empezó en el teatro y siempre, con el apoyo de sus padres. La vocación se mantuvo y con el tiempo, sabiendo que su carrera estaría en algún momento fuera de su natal Ecuador, le dio por aprender otros idiomas.

Como una ciudadana del mundo, se adentró en nuevas culturas que tienen esa conexión con el arte, del cual hoy vive feliz, radicada desde el año pasado en Israel. Pero antes, vivió en Francia y Estados Unidos, donde tuvo la oportunidad de presentarse en varios escenarios y se enfrentó con estoicismo a la discriminación, la competencia feroz , pruebas de las que salió airosa con determinación. 

A sus 30 años, no se limita con ser actriz, su amor por el arte, del que vive, la ha llevado a especializarse también en producción y dirección de comerciales y películas. Algo muy curioso en alguien que tuvo que vencer la vergüenza y la timidez para hacer lo que quiere hoy y que ha logrado sus frutos.

En la actualidad forma parte de la película CTRL, un proyecto dirigido por ella y el que también actúa.

“Se desarrolla en la ciudad de Telaviv, Israel. Aquí doy vida a Gabrielle, el personaje que introduce la problemática e hila la historia que tiene que ver con la inteligencia artificial y la soledad. Todo lo que hago es con pasión porque es mi profesión. Para mí es una bendición trabajar en lo que me encanta y para lo que nací”.

Todo lo que la mueve está fundamentado en los valores humanos que recibió desde niña.