Son las cinco de la tarde. Los últimos destellos del sol arrecian, pero con menos intensidad. La única música que puede escucharse son la de los carros pasando a toda velocidad frente al Cerro Azul, en la vía Perimetral.

La familia Lainez, que pasaba en su Aveo color rojo, frenaron apenas vieron aquella majestuosidad. “Es increíble esto en Guayaquil. Aproveché para que mis dos hijos se bañaran y divertirnos”, asegura Stalin.

Mientras el hombre se queda parado en su carro, intentando no mojarse, empieza a llegar una hilera de otros tres coches. Todos para ver la cascada, de cerca de 10 metros de altura.

Algunos solo vienen por la foto y vuelven a montarse. Otros tantos, se quitan sus camisas y zapatos para refrescarse.

Una vez terminan su cometido, regresan a los autos empapados y continúan con su camino. “Nosotros preferimos disfrutar de los pequeños momentos”, expresa Fabián Mendoza, mientras observa a su esposa sosteniendo en brazos a su hija.

Incluso, un agente del ATM pasó por la zona, dado que había cuatro carros estacionados en las cercanías del cerro, pero al ver a las familias disfrutando, siguió transitando sin oponerse.

De momento se desconoce por qué se originaron estas cascadas, pero se presume que es por las fuertes lluvias de las últimas semanas.