Muy cerca unos de otros, los ciudadanos tienen que esperar el autobús en el paradero ubicado en el kilómetro 25 de la vía Perimetral, en el sector del Mall El Fortín, al noroeste de Guayaquil.

Esto se debe a que desde hace meses las luminarias están dañadas en el lugar, convirtiendo el área en un punto de acecho para los delincuentes. Por esta razón, los usuarios del transporte público no se atreven a alejarse de los demás, ya que afirman que cualquier persona que se separe termina siendo asaltada.

“Desde las 18:30 está todo oscuro aquí, y en las barandas y en el puente se instalan personas, se quedan ahí mucho tiempo, horas, sin hacer nada, pero cuando encuentran a alguien que pasa solo, lo siguen o avisan a sus cómplices y le roban”, relató un trabajador del centro comercial que toma el autobús en ese lugar.

El ciudadano prefirió no dar su nombre porque asegura que los ladrones tienen ‘ojos’ en todas partes y podrían tomar represalias después. Esta opinión es compartida por otra mujer de unos 50 años, quien es vendedora ambulante en la zona.

“Los autobuses no quieren entrar al paradero -que tiene un carril exclusivo, tipo andén, para que los autobuses recojan a los pasajeros- porque los ladrones se suben y asaltan más adelante. Por eso, pasan de largo y uno tiene que lanzarse a media calle para intentar detenerlos”.

Un equipo de EXPRESO se acercó a la parada de autobús para verificar la situación. A unos 100 metros antes de la estación, ninguna luminaria pública funciona y la oscuridad se extiende otros 100 metros después de pasar el paradero.

También se observó a personas fumando y consumiendo drogas en los pasamanos del paso elevado, sin intenciones de tomar algún autobús. Además, había gente parada en la parte alta del puente.

Mientras nuestro equipo tomaba fotografías del lugar, dos hombres armados con cuchillos abordaron a uno de los integrantes y, bajo amenazas, le robaron su reloj. 

Sin ayuda policial

El equipo de EXPRESO buscó ayuda policial en la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) de Paraíso de la Flor, pero la encontró cerrada; luego intentó en la UPC de El Fortín, donde la vendedora de comida confirmó que la unidad policial funcionaba, pero que en ese momento estaba cerrada.

Finalmente, en la UPC de la avenida Casuarina, el policía de la recepción dijo, pese a que aún se encontraban en flagrancia, que nada podían hacer y que debían presentar una denuncia en una unidad judicial.

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