Durante su reinado en las canchas el brasileño Edson Arantes do Nascimento, Pelé, se mezcló con naturalidad en una vida de pompa y boato, pero también debió resistir con paciencia y humor las provocaciones de genios plebeyos del fútbol, como el norirlandés George Best.

El ídolo del Manchester United, el mismo que dejó una huella imborrable en el fútbol británico gracias a su endiablada habilidad, un nato olfato goleador, carisma inquebrantable y alocados excesos, sabía como pocos acorralar a Pelé cada vez que se reunían.

“Nos hicimos tan amigos, a pesar de que tomó por costumbre provocarme en cada encuentro”, recordó el brasileño en su libro Pelé, la Autobiografía, editado en 2006, un año después de la triste muerte en Londres de Best, el Chico de Belfast.

“¿Qué clase de rey eres? ¡Tú no bebes ni fumas!”, le espetaba con gracia el británico que inmortalizó la más descarada de las confesiones públicas: “Gasté mucho dinero en coches, mujeres y alcohol. El resto lo malgasté”.

El rey del fútbol también aprendió a contraatacar con ironía.

“Me acostumbré a responderle, bromeando, que tenía la certeza de que él no era europeo, ni nada que se le pareciera. Tenía sangre latina en las venas”.

Ambos se convirtieron en grandes amigos, reencontrados en la inmortalidad del deporte.