Ahora parecerá algo inconcebible, pero en la década de los 70 el equipo que había que mirar era el Cosmos de Nueva York. Era el fútbol estadounidense y sin mayor importancia, pero por sus filas habían pasado Pelé, Carlos Alberto, Giorgio Chinaglia y Franz Beckenbauer, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, y quien este lunes 8 de enero falleció a los 78 años.

Para el 31 de octubre de 1978, ese equipo, entre los que se encontraban Beckenbauer y Chinaglia, llegó a Guayaquil para jugar con Barcelona. Y en un hecho que ahora también parecerá increíble, el técnico del Ídolo en ese entonces, el peruano Marcos Calderón, llamó a varios jugadores de Emelec para reforzar el equipo: Lupo Quiñónez, Aníbal Cibeyra, quienes jugaron todo el partido, y Antonio Sacconi, que entró al cambio por Pepe Paes.

Unas 45.000 personas llegaron al Estadio Modelo para ver el encuentro, que terminó 1-1 y no sin escándalo: Chinaglia agredió al árbitro Elías Jácome.

Beckenbauer participó de la época más revolucionaria del fútbol, cuando cambiaron los sistemas tácticos al 4-3-3, cuando en 1970 Brasil tuvo cinco jugadores que hacían la función de 10 (volante de creación), cuando llegó el fútbol total de Holanda, en 1974.

El apodado ‘Káiser’, no solo fue un gran jugador, sino que revolucionó el puesto de defensor, característica que basta para colocarlo en el “top ten” de jugadores de todos los tiempos.

Para muchos, él inventó el puesto de líbero (el que juega detrás de la línea defensiva), pero en realidad fue un jugador paradójicamente alemán. Franz tenía toda la disciplina táctica y una elegancia no acostumbrada por ellos, casi un latinoamericano. Además, casi nunca miraba a la pelota cuando la dominaba. Y es que tenía gol: marcó cinco en el Mundial de Inglaterra 66, cuando quedó vicecampeón con solo 21 años. En total en sus dos décadas de carrera activa (1963-1983), marcó 94 tantos, un guarismo nada despreciable para un defensor.

En un tiempo en que los números de las camisetas ubicaban las posiciones en el campo de juego, Beckenbauer confundía. A veces jugaba con el 4 y otras con el 5, pero cuando usaba esta, en realidad jugaba de volante y cuando usaba la 5, de líbero. La razón era obvia: como todo crack, sabía leer los partidos y entender el momento en que se podía romper la disciplina táctica y desequilibrar al rival.

Fue campeón mundial como jugador en Alemania 74. Como técnico, lo fue en Italia 90. Pudo serlo también en México 86, pero en la final tuvo que mirar a la Argentina de Maradona levantar la Copa. En ese partido, José Luis ‘Tata’ Brown jugó con una luxación en el hombro. Quién sabe si en ese día recordó lo que fue el 17 de junio de 1970, cuando fue parte del “partido del siglo” contra Italia en la semifinal.

Si hubo partidos grandiosos como el de Francia-Alemania, en España 82, o la misma final de Catar 2022, nada se parece a ese aquel juego: nunca antes y nunca después se marcaron cinco goles en el tiempo de prórroga en un Mundial. Luego del 1-1 de los 90 minutos, los italianos ganaron 4-3. Beckenbauer se había roto la clavícula, pero como no hubo cambios, siguió jugando.

Allí se erigió la leyenda del Kaiser, un defensor que era mucho más que defensor; de juego limpio y que un buen día de 1978 deslumbró a Guayaquil.

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