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Los hinchas de Independiente del Valle se juntaron en un restaurante para vibrar con la nueva corona internacionalKarina Defas

La fiesta rayada también se vivió en Selva Alegre

Los hinchas de Independiente del Valle se juntaron en un restaurante para vibrar con la nueva corona internacional

Abrazos, lágrimas, saltos y cerveza por los aires, mientras los instrumentos sonaban al máximo... Todo fue válido para los hinchas de Independiente del Valle, quienes este sábado 1 de octubre de 2022 festejaron un nuevo título internacional.

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Esta vez no pudieron estar en Córdoba, Argentina, pero se reunieron en el restaurante El Hueco, de Selva Alegre, para mirar el encuentro ante Sao Paulo de Brasil.

Cambiaron de su habitual sede, en la casa de Luis Umaquinga, pero eso no alteró la alegría e intensidad de su apoyo a la distancia. Aquel local, lleno con aproximadamente 150 personas, se transformó en un pedazo del estadio porque alentaron durante los noventa minutos, como suelen hacerlo en la cancha.

La orden de los cánticos daba la trompeta, seguían los tambores y el resto coreaba, siempre atentos, optimistas y confiados en que conseguirían una nueva victoria. Mucho más con el gol de Lautaro Díaz, a los 13 minutos. Ese tanto fue festejado a rabiar, ya que asentó los nervios de unos cuantos, quienes todavía no se animaban a gritar a todo pulmón.

A partir de ahí la fiesta fue mucho más intensa. A ratos se sentaban en las sillas de plástico, pero perdían la compostura en cualquier acción cerca del área rival. Cuando atacaba Sao, en cambio, cruzaban los dedos para que no pase nada.

Y así pasaron hasta el final del primer tiempo.

En los quince minutos del descanso aprovecharon para recargarse de cerveza y para fumar en la vereda. Quince minutos en los que el denominador común de los comentarios pedía un gol más para estar tranquilos.

En el inicio del segundo tiempo las dudas llegaron, ya que el conjunto brasileño dio un par de sustos, pero todo volvió a convertirse en alegría con el tanto de Lorenzo Faravelli. A partir de ahí todos se sintieron seguros del nuevo trofeo y por eso bailaron y cantaron, al tiempo que los integrantes de la barra organizada empezaron a desmontar el escenario y a quitar las banderas para planificar la caravana hacia el parque Juan Salinas, donde la pileta iba a tomar la posta como la casa de la fiesta negriazul.