El apodo de ‘Mosquito’ se lo puso Samuel Umtiti cuando llegó a Barcelona (2017) para hacer olvidar a Neymar. “Me dijo que me llamaba así, porque era delgado y me movía rápido”, aclaró Ousmane Dembélé, quien finalmente se convirtió en un auténtico ‘mosquito’ para los culés.

Pero de esos que amargan el verano, que no dejan disfrutar las vacaciones ni dormir por las noches. Sobre todo, los 2 últimos años, en los que Dembélé y su representante, Moussa Sissoko, se convirtieron en un problema para el Barça cada vez que se sentaron a negociar un nuevo contrato.

El pasado verano, cuando la dirección deportiva planificaba resignada la temporada sin Dembélé, porque su contrato ya había expirado y él llevaba más de un año dando largas para renovar, firmaba como agente libre y contra todo pronóstico un nuevo acuerdo hasta el 30 de junio de 2024.

El técnico del equipo, Xavi Hernández, empeñado en liberar al francés, respiraba aliviado. Aunque sabía que la paz, cuando se trata de Dembélé, nunca dura demasiado.

Barcelona le había ofrecido un vínculo por 5 años, pero él solo quiso comprometerse por 2 campañas, lo que obligaba a ambas partes a renegociar su continuidad en mayo pasado. El Barça le volvió a poner otro contrato de 5 años sobre la mesa que también rechazó.

Parecía que su agente volvería a calcar la estrategia de desgaste, pero esta vez, el culebrón del verano tuvo un desenlace distinto e inesperado.

Aunque nadie lo reconocerá públicamente, en la entidad azulgrana consideran una gran noticia que Dembélé haya decidido dejarles plantados para ir a PSG, aunque se acabe llevando 15 millones de dólares de los 50 que los parisinos pagaron por su traspaso.

“Tanta paz lleve como descanso deje”, piensa más de un miembro de la dirección deportiva. Porque, viendo como pintaba de nuevo la enésima negociación sobre su continuidad, todo apuntaba a que se hubiera marchado, al final de la próxima temporada, con la carta de libertad bajo el brazo.

Es cierto que su velocidad, habilidad en el regate, calidad de golpeo y capacidad para usar las dos piernas se cotizan en el mercado futbolístico. Pero también que Dembélé ha exhibido todo su repertorio de virtudes con cuentagotas y casi siempre en escenarios intrascendentes.

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Su aire despistado, su vida desordenada -compartía casa con un tío y su mejor amigo- y su falta de control sobre los tiempos de descanso y la alimentación que obligaron a Barcelona a ponerle hasta un cocinero particular, tampoco le han ayudado a mejorar su rendimiento.

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