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Carla Pérez volvió al Rucu Pichincha

La montañista ecuatoriana pudo entrenar en el cerro gracias al cambio de semáforo en Quito. Mantiene su gimnasio improvisado en casa.

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La montañista Carla Pérez volvió al Rucu Pichincha.Cortesía

La montañista Carla Pérez volvió a visitar las piedras y la naturaleza del Rucu Pichincha. Desde que el semáforo está en amarillo en Quito, ante la emergencia por la presencia del COVID-19, la primera mujer latinoamericana en escalar el Everest sin oxígeno ha podido visitar la cuesta del cerro en dos ocasiones.

Esto después de que, por casi tres meses, la ecuatoriana debió conformarse con escalar la pared de su casa, a falta de entrenamiento en las montañas, debido a la emergencia sanitaria y con el objetivo de no perder su acondicionamiento con cuerdas y fuerza en las manos.

“Mi rutina ha cambiado muchísimo con el cambio de semáforo. Solo mantengo el trabajo de gimnasio improvisado en mi casa, todo lo demás es diferente”, manifestó Pérez.

La montañista había implementado un sistema de entrenamiento en su hogar, con botellones de agua que reemplazan las pesas y baúles para saltar por encima. Ese tipo de ejercicios sí los mantiene, pero el trabajo de cardio ahora sí lo puede realizar al aire libre.

Pérez y su pareja, el también montañista Esteban ‘Topo’ Mena, se fueron a “sitios recónditos” del Rucu Pichincha para poder escalar y correr sin tener que utilizar las mascarillas.

“Hemos ido a puntos donde no hay nadie. Si llegamos a ver una persona, nos ponemos inmediatamente las mascarillas, esto más por respeto que por prevención”, indicó.

Gestionó un permiso deportivo para poder asistir, precisamente, a lugares destinados al entrenamiento. Pero, a modo de protocolo de salud, Pérez ha preferido evitar sitios muy atestados, como el parque Metropolitano o las reservas ecológicas que, por la emergencia, todavía no están habilitadas.

“Hicimos un convenio con un gimnasio de unos amigos. Nosotros vamos allí dos veces a la semana para hacer uso de las máquinas. Pero el acuerdo es que solo vamos nosotros, nadie más, y debemos desinfectar todo antes de usar y hacer ese proceso nuevamente después de haber usado los implementos”, indicó Pérez.

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La última vez que escaló una montaña e hizo campamento en la cima fue en marzo, días antes de que se decrete el estado de excepción en el país. Entonces subió el volcán Antisana con unos amigos y acampó durante casi 10 días.

Su manera de sortear la falta de actividad fuera de casa fue utilizar una máquina hipóxica que tiene en casa, que consiste en que, a medida aumenta el ritmo cardiaco por el ejercicio, esta reduce la cantidad de oxígeno. “Esto se utiliza para mantener la fuerza en los pulmones, sobre todo para no perder esa costumbre que uno adquiere de escalar altitudes sin utilizar oxígeno artificial”.

Además de eso, Pérez implementó una barra en su habitación, con el objetivo de mantener la fuerza en los dedos, muy importante al momento de escalar peñascos.

Sin embargo, y como una de sus actividades paralelas en el confinamiento, la montañista descubrió un talento oculto: resulta que tiene una gran capacidad para la cosecha. Guiada por tutoriales en internet, la deportista de 37 años formó su propio huerto en el patio trasero de su casa y aprendió tips de riego y de plantación dependiendo de la posición de la luna. “Nunca había tenido un huerto y ahora veo a mis plantas germinar”, se congratuló.