Intercultural_Cuencas_Ruta del Alfarero
El quehacer. En abril de este año, la Asociación de Ceramistas del Ecuador cumplió su primer recorrido por la ruta.Jaime Marín / Expreso

Los alfareros de Cuenca proponen su propia ruta

Oficio revive gracias al intercambio de técnicas nativas. El recorrido ubica a 15 talleres a lo largo de tres km del Centro Histórico

La Ruta de los Alfareros es una propuesta dirigida a fortalecer el arte manual en la arcilla a través de la promoción del oficio. Una iniciativa manejada por los 15 artesanos que se mantienen en la rama de elaborados en arcilla, en coordinación con la Asociación de Ceramistas del Ecuador.

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El derrotero tiene un trazado similar a otros existentes, como las rutas de las Iglesias, del Sombrero de Paja Toquilla, de las Artesanías o de la Gastronomía. La de los Alfareros fue inaugurada en junio de 2022, implica un viaje hacia el oficio de dar forma y estilo al barro, según Javiera Vargas, coordinadora ejecutiva de la Asociación de Ceramistas del Ecuador.

Son 15 talleres situados desde cerca al parque de El Paraíso hasta llegar al barrio de la Convención del 45, zonas donde aún y por largos años se mantienen activos los alfareros orgullosos de sus herencias ancestrales, habilidades, ingenio y destrezas.

La iniciativa surgió como parte de la reactivación económica del sector arcillero, labor que tiene algo más de siete mil años, sostiene Iván Encalada, cuarta generación de alfareros en Cuenca. Es un ingeniero en Minas, pero sigue el arte de su padre, José, de 90 años, quien es el alfarero más antiguo de la capital azuaya.

Dice Iván que la elaboración de objetos de barro instituyó la artesanía familiar como un tesoro arqueológico de varias etapas de la antigüedad. En la actualidad, siguen siendo grupos familiares los que se esperanzan en el fortalecimiento del arte como un mecanismo de subsistencia.

Con la ruta, no solo se permite dar a conocer los utilitarios y adornos que antiguamente se elaboraban, permite también mostrar los actuales elementos hechos, eso sí, con la técnica ancestral del torno de pie y a mano, como quien amasa la historia nacida en el siglo XIV, opina Iván Encalada.

Por su parte, Gil Banegas, otro de los artesanos que heredó el oficio de sus abuelos, asegura que los recorridos por los talleres en forma organizada y dentro de una ruta preelaborada con base en los barrios y lugares de asentamiento de alfareros, lo convierten en sitios históricos y turístico, en recuerdo a las comunidades de Jatumpamba, Pacchapamba y Olleros, pertenecientes a San Miguel de Porotos, provincia del Cañar, que en el siglo XV encaminaron la presencia de la alfarería hacia Cuenca.

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Y fue en uno de los sitios donde concluye la ruta, en el barrio La Convención del 45, que por sus cercanías a las minas de tierra fina, fue en su momento conocido históricamente como el ‘Barrio de los Olleros’. Ahí las familias se dedicaban a elaborar ollas, cazuelas, platos y hasta cafeteras.

Pequeños empresarios del barro

En la actualidad se elaboran utilitarios y decorativos como vajillas, macetas, apliques de pared con motivos indigenistas, campanas, vasijas, y las figuras de palomas, cerdos y caballos. Trabajan como emprendimiento constituidos en pequeñas empresas familiares donde toda la familia, padre, madre e hijos, colabora en los diversos procesos de decoración y acabados de los elementos hechos en barro. El mantenimiento del arte milenario ha sido gracias al intercambio de técnicas del paleteado y golpeado y el aprovechamiento de tecnologías e innovaciones nativas para el tratamiento de la arcilla y la elaboración manual de los productos, coinciden en señalar José Encalada, de 90 años, y Gil Banegas.