Daniel Noboa asumió la Presidencia de Ecuador el pasado 23 de noviembre y la ciudadanía espera, entre otras soluciones, una en particular: que reduzca significativamente la delincuencia. La inseguridad es el mayor temor de la sociedad ecuatoriana.

En todas partes roban, denuncia Xavier Plúas, quien vive en la Alborada, al norte de Guayaquil. “No estamos seguro de nada; si usted va a un comedor con su familia también corre peligro”. Para él, el primer mandatario debe disponer que las Fuerzas Armadas estén en las calles de las ciudades, pero bien equipadas y todo el año, no por temporadas.

Pero no solo los militares deberían brindar seguridad; para José García, quien ofrece sus servicios de fontanería en la Alborada, la Policía Nacional también debería hacer constantes recorridos por las ciudadelas y barrios. “No podemos salir ni a la esquina porque da miedo,” pero debe hacerlo porque necesita trabajar.

A Alberto Rosado le robaron, hace dos meses, su celular. Él tuvo que entregarlo sin resistirse para que no le hicieran daño. Aunque no estaba solo en el sector, nadie lo socorrió; pero tampoco vio cerca a ningún miembro de la Policía. La impotencia lo embargó.

Freddy Izurieta trabaja en la Alborada y comenta que, en las noches, la avenida José María Egas es oscura y necesita más luminarias. También pide que la Policía patrulle el sitio, aunque también cree que el presidente debe reformar el sistema judicial, porque cuando la policía captura a los delincuentes, estos salen libres y no siguen el debido proceso ni se rehabilitan.

Por esto, para la guayaquileña Mariuxi Noriega, una de las tareas principales es que las leyes sean reformadas; también que se vele que los jueces hagan lo correcto y no se corrompan, es decir que el Estado los proteja de las amenazas que puedan hacer las mafias contra sus familias, de forma que no se sientan vulnerables ante ellos y así puedan impartir justicia sin ceder ante los criminales. También sugiere que la identidad de los magistrados sea protegida.

Para que la ciudadanía se sienta comprendida, el Gobierno tendrá que evidenciar que tiene la voluntad política para tomar decisiones y determinar medidas para resolver la violencia, asegura Javier Gutiérrez, presidente de Misión Alianza Noruega en Ecuador. Pero esto no solo debe estar relacionado con lo policial y el control, sino también con lo social, porque a su criterio es un tema del ámbito social.

Es por esto que Gutiérrez cree que el mandatario Noboa debería recuperar los espacios públicos con infraestructura que permitan a los adolescentes y a los jóvenes desarrollarse en el deporte, cultura y arte. “Hoy esos espacios están abandonados y son caldo de cultivo para la violencia”.

El dramaturgo Hugo Avilés aconseja implementar programas de arte y talleres vocacionales de música, canto, coro, teatro, mimo, circo, danza folclórica, danza contemporánea, narración oral, escritura creativa, cine y audiovisuales, fotografía, dibujo, pintura, escultura, cerámica, entre otras disciplinas. E incentivar la realización de productos de arte popular.

Por su parte, la gestora cultural Gisella Peña cree que ocupar la mente de los jóvenes es importante para mantenerlos alejados de los vicios y de la delincuencia. Por ello sugiere que en las escuelas se incluyan asignaturas de arte, actividades artesanales, manuales y mecánicas, que les servirán en un futuro.

Jorge Velasco sostiene que el Estado debe trabajar en la inclusión social de los moradores de los diferentes barrios comunales para fomentar el bien común y que se agreguen materias de valores y ética en los planes de estudio.

Asimismo, los pénsums deben estimular la práctica del pensamiento crítico en foros, festivales, tertulias y encuentros populares, considera Avilés. Otra estrategia que debería considerar el Gobierno, dice el artista, es fomentar los deportes en las comunidades vulnerables, para prevenir la afiliación a bandas delincuenciales.

Para Rebeca Torres es necesario que se construyan más parques grandes, con áreas verdes, piletas, árboles y juegos para los niños. Y los que ya existen deben ser adecuados y limpiados. “Hay algunos que dan miedo porque hay gente durmiendo y basura”.

A esto Gutiérrez añade la creación de centros de cómputo, artísticos y culturales. Y sugiere que las mejores bibliotecas estén en los barrios suburbanos, con el fin de que los jóvenes tengan acceso a contenidos y actividades para desarrollar en su tiempo libre.

Peña considera que también se les debe brindar opciones para emprender y producir dinero, sin la necesidad de depender del sistema o de delinquir.

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