¿Unión vecinal funciona mejor que la alarma comunitaria en Quito?

En La Planada, en el noroccidente de Quito, en una de las calles más comerciales se ubica la casa comunal. Frente a ella, en el poste de alumbrado eléctrico, se ve bajo los cables enredados el dispositivo, la alarma: un cajetín y una bocina, por donde se emiten señales audibles y luminosas, cuando uno de los residentes marca desde su celular un contacto telefónico.

David Almagro, de 35 años, es el presidente del comité de seguridad desde mayo del 2023. Vive en el sector desde los cinco años. En todo el barrio hay 20.000 habitantes, pero están divididos en tres sectores: La Planada, Vista Hermosa y Manantial. En el primero cuentan con la alarma, que podría beneficiar a 250 familias, pero solo están inscritas 160. Para hacerlo solo requieren entregar una copia del documento de identidad y una planilla del servicio eléctrico, que se envía a la Secretaría de Seguridad del Municipio.

En Quito se han instalado 1.357 alarmas comunitarias municipales, que cubren 617 barrios (en la ciudad hay más de 1.000), distribuidos en las 10 administraciones zonales.

Las alarmas comunitarias se instalan una vez que el dirigente de un barrio hace el pedido formal. Antes, deben haber conformado un comité de seguridad, “para el manejo responsable” del dispositivo. Para aprobar la solicitud se espera el análisis de seguridad a partir de los indicadores de la Policía Nacional y el acompañamiento técnico de la Secretaría de Seguridad y Gestión de Riegos y de la Empresa Metropolitana de Logística para la Seguridad.

La alarma no funcionó

El miércoles 21 de mayo del 2025, junto a las vecinas del barrio, David Almagro accionó la alarma para que EXPRESO observara la reacción en el sector. Sin embargo, no funcionó. El sonido que emitió fue muy bajo y los focos permanecieron apagados.

Gloria Tasiguano, de 54 años, cree que la alarma sirve para llamar la atención de todos. “Me preocupa demasiado que no funcione”, comentó.

El presidente del comité de seguridad acciona la alarma todos los meses para probarla. Desde enero no servía, así que lo comunicó cada mes a la Secretaría, hasta que en abril le indicaron telefónicamente que en ese momento habían solucionado el problema técnico. Verificó y les agradeció. Así que le sorprendió que nuevamente no se activara. Otra vez telefoneó al Municipio y en unos minutos le dijeron que ya estaba operativa.

Una queja en un barrio del sur

William Basantes, presidente del barrio San Gregorio de Chillogallo, contó que en la época de campaña electoral, los candidatos suelen ofrecer el dispositivo. Hace más de tres años, durante la alcaldía de Santiago Guarderas, les instalaron la alarma en un poste de la calle Julio Jara, pero no funcionaba. Cambiaron de lugar el cajetín, trasladándolo a un sitio más céntrico, y le solicitaron reunir los documentos de los usuarios. La directiva hizo el trámite, entregó la documentación de los moradores, incluyendo los números de celular, pero desde hace ocho meses, según indicó, no tienen una respuesta.

“Ya saben cómo está la inseguridad. Nos roban carros, los delincuentes ingresan a los domicilios y en el grupo de WhatsApp de los vecinos cuentan que los ladrones se meten a los locales comerciales, bajan la puerta enrollable y se llevan todo. Hasta hay denuncias de secuestros de niños”, menciona.

Lo más efectivo es unirse

En el otro extremo de la ciudad, en el norte, el dirigente Almagro resalta que el haber conformado un comité de seguridad les ha servido para estar en contacto entre vecinos. Tienen grupos de WhatsApp (uno de dueños de locales). Así los moradores se alertan, salen en grupo y se comunican con la Policía, ya que lamentablemente la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) del sector solo sirve de dormitorio.

Cuando la alarma funcionaba, les ayudaba para que el directivo barrial comunique adversidades, ya que como presidente puede usarla como megáfono. Pero les parece mucho más útil estar pendientes de las alertas que publica el barrio en WhatsApp. Así supieron que un grupo de adolescentes ingresaban a robar ropa, juguetes y comida a los locales, y hasta que un hombre se había llevado varios medidores de agua y los policías lo detuvieron.

Miriam Cóndor, habitante de La Planada, contó que hace dos años, tres delincuentes armados ingresaron a mi local. Agradezco que tenemos alarma particular, con más de cien vecinos de la calle N76. La activé y vino la policía.

La opinión de Paco Moncayo

Paco Moncayo, quien fue alcalde entre 2000 y 2009, recuerda que la instalación de las alarmas comunitarias fue parte del plan de seguridad ciudadana que puso en marcha con el apoyo de dos expertos de Medellín. “La base es la organización. En mi barrio, todos los martes en la noche participamos de marcha; siempre celebramos fiestas y sí, tenemos nuestra alarma”.

Lo que dice la Secretaría de Seguridad

La Secretaría de Seguridad informó que en 2024 se instalaron 555 alarmas y en este año realizan capacitaciones para que funcionen correctamente.  

También hacen simulacros junto a la Policía y otras entidades municipales. Está previsto que en este 2025 inviertan unos 800 mil dólares para la renovación tecnológica de 2G a 5G, de un primer grupo de 400 paneles de alarmas adquiridas entre 2012 y 2013. Las otras 400 se reemplazarán en 2026.

La Secretaría de Seguridad dice que es clave la organización barrial, para que verifiquen el funcionamiento. Por ejemplo, en Monjas de Collacoto se desarrolló ese proceso con siete sistemas de alarmas, el cual terminó en un simulacro masivo con la comunidad.

Este año se hará un censo para evaluar la efectividad de las alarmas instaladas desde el 2013. Se han efectuado más de 20.000 activaciones.

Recursos

De 2012 a 2024 se invirtieron 2’686.098,37 dólares en 1.357 alarmas. Y este año, 800.000 dólares para renovarlas.

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