El gobierno de Lenín Moreno acaba de dictar medidas económicas que tienen defensores y detractores de acuerdo con la óptica de quienes así opinan. El pueblo del Ecuador no debe ser tan amnésico para olvidar que el descalabro económico, financiero y fiscal que soporta es producto del despilfarro del correísmo, que durante “su época ganada” ferió el país, lo endeudó en forma nunca antes vista en nuestra historia, entregó a los chinos toda nuestra producción petrolera a precios incompatibles con el del mercado, construyó obras “emblemáticas” (escuelas del milenio, refinería de El Aromo, edificio para Unasur, edificios para la función Judicial, carreteras a precios elevados como consecuencia de la corrupción rampante con compañías extranjeras como Odebrecht), para no citar sino algunos casos que en estos momentos se encuentran en manos de la justicia para que sancione a los corruptos.

En esta forma se dilapidaron los fondos del pueblo. Una de las características de los autodenominados “revolucionarios” “es la de llegar al poder para desde él enriquecerse, y empobrecer más a sus pueblos para después pretender volver a gobernar y echarle la culpa de sus atracos a quienes algo hicieron para tratar de salir de la cloaca en que los hundieron.

Las medidas dictadas por Moreno hay que tomarlas con miras a un futuro no tan cercano. Se puede destruir en segundos, que es lo que hizo el correísmo. Pero la reconstrucción es tarea de titanes, que demanda que todos entiendan la gravedad y arrimen el hombro para salir de la debacle.

La eliminación de la subvención al consumo de las gasolinas está bien porque ella traía mil y una distorsiones que incluyen el contrabando. Además, la entrega de subsidios para congraciarse con unos y perjudicar a otros, es inconveniente para el desarrollo de un país que se acostumbra a vivir gratis...

No haber subido el IVA, como se dijo, es una medida inteligente. Ese aumento es regresivo y afecta más a los pobres.

Démosle tiempo al tiempo para conocer los resultados de estas medidas.