Darwin Gualpa tenía cinco años trabajando como taxista. Así se ganaba la vida todos los días desde las primeras horas de la mañana, tras graduarse de bachiller en 2018 en un colegio del cantón Quinindé, Esmeraldas.

En esa localidad sus conocidos lo recuerdan como una persona aplicada, respetuosa y trabajadora. Por eso su asesinato ha provocado consternación y dolor en la comunidad, principalmente en el gremio de taxistas. Sus amigos no pueden creer que lo hayan matado sin ninguna justificación.

A Darwin, de 22 años, contrataron sus servicios como conductos la noche de sábado 14 de octubre para que realice una carrera a una zona en la vía que conecta a Quinindé con el sector Guayllabamba.

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A eso de las 23:00 del sábado pasó por el sector Nuevo Quinindé, aparentemente con tres pasajeros. Desde entonces, nadie supo de su paradero ni de sus últimos movimientos.

La tarde del miércoles 18 de octubre encontraron su cuerpo a un costado de un camino de tercer orden, en avanzado estado de descomposición y con huellas de tortura. Su mamá lo reconoció por la vestimenta.

Una de las hipótesis que maneja la policía es que Darwin fue víctima de un robo. Sin embargo, el dinero y las pertenencias de Darwin estaban dentro del taxi, intactas. 

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