Ulises Solano, de 93 años, nativo de Loja y residente ahora de Cuenca, calificó al fenómeno natural de: “traumatizante”. Lo vivió junto a sus dos hijas cuando se aprestaba a tomar las medicinas para controlar la presión alta, en la sala de su vivienda, situada en las calles Presidente Córdova y Benigno Malo, centro histórico de Cuenca, zona con más presencia de casas antiguas y viejas, proclives a caerse ante movimientos telúricos.

Contó que “parecía que la muerte me abrazaba”, evitando fotos y videos. “Eso me estresa más”, decía mientras desde su mente afloraba recuerdos de hechos similares sentidos en su vida y que lo ha llevado a sufrir de tremofobia (miedo a los movimientos sísmicos).

Recordó el longevo que, hace 53 años, cuando tenía 40, en septiembre de 1970, el terremoto de La Toma en Loja, (intensidad de 7) lo marcó psicológicamente, pues lo vivió en pleno epicentro, entre los gritos y desesperación de la gente. Su casa se cayó, pero ningún familiar sufrió heridas ni murieron.

Repasó Ulises, que eso lo promovió a vivir en Cuenca. Luego en abril del 2016, el terremoto de Manabí, 7.8 de intensidad y, ahora, marzo 2023, de 6.5, trajo a su memoria todos esos momentos de pánico, en medio del miedo a perder la vida.

“Son hechos naturales con los que Dios nos llama a reflexionar y cambiar”, concluyó Solano recordando los tres sismos más fuertes sentidos en Ecuador.

AYUDA A DAMNIFICADOS

Entre tanto las ayudas comenzaron a entregarse por Acción Social Municipal de Cuenca y el Gobierno Provincial del Azuay a las 15 familias damnificados que dejó el sismo en las jurisdicciones rurales azuayas. Fueron 35 segundos de pánico y desesperación que dejó cuatro casas colapsadas, ocho afectadas, dos heridos y dos fallecidos, según el balance oficial de los organismos de socorro con corte a este domingo 19 de marzo del 2023.

De su lado técnicos de la Dirección Municipal de Gestión de Riesgos iniciaron las inspecciones a tres viviendas y cinco iglesias del casco histórico que presentan afectaciones en las fachadas.