La seguridad vial
No es la presente la primera ocasión que Expreso editorializa sobre el tema de la seguridad vial. Los recientes graves accidentes de tránsito que han enlutado a diversas provincias y sectores del país hacen necesario que hoy se vuelva sobre el asunto.
Pareciera que no se escarmienta sino durante el periodo de duelo generado por lamentables acontecimientos y luego se vuelve a una rutina que deviene en complicidad y que es intolerable.
Bien se conoce que hay que establecer reglas claras respecto al otorgamiento de licencias y, por supuesto, de los cursos de capacitación que los futuros choferes reciben antes de obtenerlas. Igual cuidado debe tenerse en el otorgamiento de permisos para circular a los automotores que no cumplan con las exigencias mecánicas requeridas. Una norma generalmente violada es la que posibilita circular con neumáticos que ya han cumplido su periodo de uso sin riesgo.
La magnitud del problema, siendo mundial, tiene especial incidencia en los denominados países subdesarrollados y son ellos precisamente los que en más alto porcentaje contribuyen a mantener la cifra de muertos por accidentes de tránsito en más de un millón y medio anualmente. Asimismo, calculan en tres mil fallecimientos los que ocurren diariamente. Queda claro que el Ecuador contribuye en alta proporción a que esa trágica e intolerable situación se mantenga. Por supuesto, pese a la mejoría en la calidad de las vías de comunicación es notable la ausencia de educación vial en la mayoría de la población. Otro buen porcentaje de accidentes es atribuible a la imprudencia de los peatones.
Cuando el Decenio de Acción para la Seguridad Vial, establecido por las Naciones Unidas con la supervisión de la Organización Mundial de la Salud (2011-2020) ha cumplido dos tercios, cabe mirar si los planes establecidos en el Ecuador han permitido mejorar las cifras de accidentalidad. Recordemos que a más de las víctimas mortales, los accidentes de tránsito producen un alto grado de discapacidades que afectan a la población, con elevados costos económicos. Bien valdría que el nuevo gobierno, que ha mostrado interés en lo social, asuma el tema de la alta incidencia de víctimas mortales por accidentes de tránsito como un asunto a considerar entre sus prioridades de acción.
No cabe seguir simplemente observando sin actuar.