Por el respeto a las FF. AA.

Puede resultar llamativo que se citen constantemente artículos constitucionales de cuya plena vigencia se abrigan profundas y frecuentes dudas. Pese a ello, cabe citarlos como última ratio, buscando precisamente en el contraste de la teoría que encierran con su práctica, la posibilidad de otorgársela en plenitud. Así, aceptando que el presidente es el jefe del Estado, resulta siempre oportuno destacar que entre sus deberes primordiales está el de “fortalecer la unidad nacional en la diversidad.” Actúa en contravía de ese principio el jefe del Estado cuando en su discurso pretende ofender a las Fuerzas Armadas, acusándolas de mantener procedimientos comparables a los propios de las mafias. Procediendo de esa manera ofende además al pueblo al que se debe, siendo como son las Fuerzas Armadas, y también por mandato constitucional, una institución de protección de los derechos, libertades y garantías de los ciudadanos. En efecto, si la soberanía radica en el pueblo y una de las instituciones que protege sus derechos, libertades y garantías es ofendida por quien debería respetarla, se ofende de mala manera a dicho pueblo y ello determina un grave deterioro de la convivencia y una flagrante violación de la norma mínima de ejemplaridad pública a la que está sometido cualquier representante de la voluntad popular, máxime si la ofensa la formula el denominado primer mandatario.

El comportamiento aludido no tiene fácil explicación, salvo que se trate de un deliberado propósito -en razón de motivaciones político-ideológicas- orientado a debilitar a una institución que admitida o no como “columna vertebral de la Patria” es, sin duda, una de las fundamentales de la vida republicana, dado que más allá de los deberes tradicionales en defensa de la soberanía territorial, las Fuerzas Armadas son también celosos guardianes del cada vez más deteriorado patrimonio cívico del Ecuador.

Bastaría observar el rol por ellas cumplido en la reciente catástrofe telúrica para hacerlas objeto del más respetuoso reconocimiento. Resulta entonces, obligatorio hacer, por razones de interés nacional, un altivo llamamiento a guardar el respeto debido a las instituciones, principalmente cuando se atraviesa un evidente período de crisis que obliga, ahora más que antes, a velar por el robustecimiento de la unidad nacional.