Reforma economica francesa
El Gobierno francés acaba de anunciar los lineamientos para un nuevo código laboral, su principal reforma para impulsar la economía de Francia, dando mayor flexibilidad a las empresas para adaptarse al mercado. La segunda reforma importante del gabinete del presidente Emmanuel Macron será una reestructuración del Estado francés. Los cambios en el código laboral tienen cuatro objetivos: negociaciones directas entre empleadores y empleados en pequeñas y medianas empresas (55 % de la fuerza laboral), con representantes elegidos y no designados por los sindicatos; fusionar los diferentes comités de trabajadores (para higiene, salud, seguridad, etc.) en un organismo central; descentralizar la negociación colectiva sobre salarios y empleo: pasaría del nivel nacional a un nivel sectorial y/o empresarial; finalmente, el despido de empleados más fácil y más predecible, con la introducción de niveles superiores e inferiores en las retribuciones sancionadas por los tribunales laborales, y reformas del seguro de desempleo y de los sistemas de capacitación laboral. El mercado laboral francés actualmente padece una enorme división entre los trabajadores calificados con contratos de largo plazo y los trabajadores escasamente calificados que oscilan constantemente entre el desempleo y los empleos temporarios. La reforma del Gobierno está pensada para cerrar esa división aumentando la movilidad social. La reforma del Estado tiene dos componentes importantes: una renovación de la política fiscal y una reestructuración del sistema del gasto público, y apunta a abordar cuatro problemas principales de larga data: ingreso de capital excesivamente gravado en comparación con otros países desarrollados, lo que desalienta la innovación y la iniciativa empresarial; el dinero público no se invierte de la manera más costo-efectiva, favoreciendo el crecimiento; multiplicidad de estratos administrativos que genera ineficiencias y redundancias en el suministro de servicios públicos; Francia es altamente corporativista, con una multiplicidad de sistemas de subsidios para la salud, de pensiones y familiares, fuente de ineficiencia y riesgo. En el frente fiscal, Macron tomó dos medidas importantes: el ingreso de capital sería gravado a una tasa plana del 30 %, mientras que antes el capital estaba más gravado que la mano de obra; y se eliminará el impuesto a la riqueza sobre activos que no sean inmobiliarios, para alentar a los emprendedores e innovadores. El Gobierno aún no ha decidido sobre el gasto, aunque Macron y su equipo están analizando de cerca las reformas llevadas a cabo por Canadá y Suecia en los años 1990. En particular, el Gobierno puede decidir reducir la cantidad de empleados públicos eliminando algunas capas administrativas de gobierno regional y local, y delegando algunas tareas administrativas a agencias autónomas; y fusionar todos los esquemas de pensiones existentes en un sistema único. Esto podría permitirle al Gobierno invertir en educación, seguro de desempleo e innovación, cumpliendo a la vez con sus compromisos presupuestarios europeos. Después de décadas ha surgido una nueva esperanza de cambio. Las decisiones que se tomen en el próximo año nos dirán si esta esperanza puede hacerse realidad.