La paz esquiva
Hoy es el Día Mundial de la Paz, momento para reflexionar sobre su importancia. Vivimos un tiempo donde las guerras internacionales no están vigentes: Primera (1914-1918) y Segunda (1939-1945). Tampoco las ideológicas: Vietnam (1955-1975) y Corea (1950-1953). Aunque Corea del Norte aún la perturba. La caída del muro de Berlín (1989) y el derrumbe de las URSS (1991) alejaron al mundo de una posible guerra nuclear entre las grandes potencias. Solo quedaron los miles de millones de pérdidas de vidas humanas y las grandes destrucciones que dejaron. Al presente, los históricos factores causales de ella y peligros para la paz aparentemente han desaparecido. Sin embargo, ningún estratega militar estudioso de ellos, historiador especializado en geopolítica, relaciones internacionales, etc. puede decir con certeza que las amenazas de guerra han fenecido. Tampoco que la paz ya está consagrada y legitimada por todas las naciones como un hecho y signo fundamental de la convivencia humana.
Hoy, una mirada atenta de la situación mundial muestra un mapamundi con varios lugares y sociedades cuyas confrontaciones dicen que la paz sigue siendo un valor a conseguir. Uno de ellos, muy antiguo, es el conflicto palestino-israelí.
Por otra parte, casi desaparecen las guerras de baja intensidad (focos de guerrillas), que mostraban pocos sitios de enfrentamiento armado. El último de ellos se selló con la paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC, en 2016.
Y cuando parecía que esa paz se consagraba como uno de los más importantes valores de la convivencia humana surgieron las guerras y actos terroristas de fundamentalistas islámicos. Estos no solo la amenazan sino que atentan sobre todo contra la vida de indefensos ciudadanos (niños, ancianos, mujeres, etc.). Lo hacen en cualquier lugar en que se encuentren. Se puede ser objeto de agresión y muerte de parte de quienes creen que la guerra santa es “legítima y necesaria”.
Este breve recorrido evidencia que el camino de la paz entre las sociedades sigue siendo una aspiración de la humanidad. ¡Qué lamentable que luego de tantos miles de millones de pérdidas de vidas humanas, recursos, bienes, etc. todavía esta siga siendo esquiva! No obstante, las naciones deben seguir buscándola, no como un factor de utopía sino como la garantía que la humanidad se da y refrenda cada día.