
Padres permisivos: el riesgo de querer ser amigos de sus hijos
A los mayores de 30 años nos sorprende que la norma de obediencia a nuestros padres, bajo la cual fuimos criados, ha sido sustituida por la permisividad de las mamás y papás modernos.
A los mayores de 30 años nos sorprende que la norma de obediencia a nuestros padres, bajo la cual fuimos criados, ha sido sustituida por la permisividad de las mamás y papás modernos.
En redes sociales circulan memes populares como: “Detrás de un niño bien educado hay una madre con chancletas y muy buena puntería”. De esta forma hace alusión a que en nuestra infancia el mal comportamiento se corregía con una nalgada ‘a mano limpia’ o con la chancleta (zapatilla).
“La familia está formada por los hijos de la generación anterior y muchos ven que es preciso poner reglas y que la autoridad de los padres tiene valor”.
Rossana Muñoz, terapeuta especializada en Matrimonio y Familia (@teratique en Instagram), señala a EXPRESO que antes el ‘No’ de los padres era incuestionable, a pesar de que los hijos estén o no de acuerdo; los horarios no eran materia de discusión, los castigos y nalgadas eran muy usuales y nadie cuestionaba ni pensaba que “podían estar traumatizando o lastimando el autoestima de sus hijos”.
Esa generación de hijos, actualmente convertidos en padres, no conoció la tecnología actual, agrega.
“El modelo familiar permisivo tiene un exceso de autonomía y concesión en las demandas de los hijos, de tal modo que se refuerza el capricho, permitiéndoles hacer lo que quieren. Los padres son excesivamente indulgentes, incapaces de imponerse y de decir ‘No’. Esto hace que se sientan incapaces de afrontar las situaciones difíciles con los hijos y esa inseguridad causa ansiedad”, precisa la psicóloga clínica y máster en Terapia Familiar, Teresa Baquerizo.
Muñoz coincide con Pili Farah, asesora familiar y educadora infantil (@dedicadosaserfeliz), en que una de las principales razones por las cuales los papás actuales son más flexibles es que quieren ser amigos de sus niños.
“Dejar de ser padres para convertirse en amigos es algo no natural dentro de la familia. El compartir como amigos no debería desdibujar el rol de padres”.
“Como amigos que quieren ser consideran que darles un ‘No’ ante un permiso que ellos solicitan los hace ser menos amigos. Debemos tener una relación de mucha confianza con nuestros hijos, pero siempre inculcando una autoridad en positivo, analizando que es lo mejor para ellos, dentro del plan de formación que debemos tener trazado para cada uno de ellos”, agrega Farah.
“Los padres no somos amigos de nuestros hijos, somos quienes debemos formarlos para el bien, aunque esto nos cueste su odio o resentimiento. Ellos son nuestra responsabilidad y si hacemos bien nuestra misión, entonces sí, llegará un día en que el amor y la amistad serán el vínculo que nos mantendrá firmes viviendo en una familia de sólidos valores y amor incondicional”, manifiesta Muñoz.
Baquerizo cita otras razones por las cuales los papás se vuelven permisivos: No querer continuar con patrones de disciplina que experimentaron con severidad, excusar la falta de tiempo dedicado al hogar con regalos y ligereza de las normas y exigencias, falta de sentido común en la crianza de los hijos y en su formación y falta de preparación al asumir este rol.
La tecnología en el hogar, a través de la computadora y la Internet, Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp y la televisión por cable, también está presente en la crianza de los chicos. Para su adecuado manejo, el psicólogo clínico Daniel Quinde aconseja a los padres hablar con sus hijos para conocer que están haciendo con estas herramientas y regular los contenidos, pues no pueden controlar todo el tiempo su uso.