Darién niños
Los menores de edad juegan en canchas de tierra para divertirseJuan Carlos Castro

Los niños en el Darién juegan entre el hambre y la enfermedad

Las huellas del Darién | El 60 % de los que atraviesan el Darién son menores de edad. Madres, arrepentidas, juran que no lo volverían a hacer

Sin duda, una de las escenas más impactantes al llegar a la selva del Darién son los rostros de los niños inocentes, que sin entender mucho lo que están viviendo, acaban de arriesgar su vida luego de atravesar la complicada frontera terrestre entre Colombia y Panamá.

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EXPRESO llegó hasta el Centro de Recepción de Migrantes de Lajas Blancas, en ciudad de Metetí, un refugio con aproximadamente unas cien habitaciones, donde residen alrededor de quinientas familias albergadas viviendo en evidentes condiciones precarias en medio del polvo, el piso de tierra y la basura.

Saber el número exacto de menores que han atravesado la selva es imposible, ya que no se lleva un registro exacto, sin embargo, el ministro de Seguridad Pública de Panamá detalló que del total de personas que han atravesado la selva, (183.000 hasta ese momento), se calcula que al menos el 60 % son menores de edad. Es decir aproximadamente 110.000 niños han vivido el infierno del Darién, una cifra que llama la atención ya que, según la autoridad, cada familia o al menos la mayoría viaja menores de edad. “La mayoría de migraciones son en familia, una pareja de esposos viaja con dos o tres menores de edad o a veces madres solteras con sus hijos. Hay un alto incremento de niños y eso nos preocupa”, mencionó Pino, indicando que tratan de dar una atención especializada a los menores.

Sin embargo, la cifra que entregó el departamento de comunicación de Migración de Panamá a EXPRESO fue de 36.000 lo que representa solo el 20 % de la cantidad total de migrantes. Lo que deja ver que no hay uniformidad en la cifra de menores viajeros.

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Los menores se quedan dormidos en los hombros en medio de las rutasJuan Carlos Castro

Durante el recorrido de horas que realizó EXPRESO en los Centro de Recepción Migratoria se podía observar el rostro de los niños que con pequeñas sonrisas inocentes, demostraban lo poco que entendían de lo complicado que están viviendo. Muchos de los menores se emocionaban al ver las cámaras y pedían ser fotografiados, algunos otros se divertían al ver el dron volar muy cerca del techo de las pequeñas casas en las que habitan.

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Los más grandecitos se unían para armar una improvisada cancha de tierra para jugar bolichas. El mensaje era claro: da igual el lugar, la forma, ni las nacionalidades, lo importante para los niños es divertirse, sin importar la enfermedad que padezcan o la cantidad de horas que lleven sin alimentarse. Escenas que a más de una persona ajena a la migración podría conmover hasta las lágrimas.

Los relatos de las madres o padres que, prácticamente, obligaron a los menores eran desgarradores. “No traigan a sus hijos, no lo hagan por favor, no es un lugar apropiados para ellos. Los bebés sufren demasiados”, decía Solange Ramírez, una madre que lloraba desconsoladamente, mientras abrazaba a su hijo de solo dos años.

“Los bebés sufren, no tienen qué comer, vomitan, se enferman, se llenan de picaduras de mosquitos. Lloran demasiado porque si para un adulto es difícil, para ellos es más. No vengan con niños”, imploraba otro padre de familia que confiesa que bajó con cuatro hijos hasta Panamá y esperará unos días en los refugios para poder continuar con su viaje hasta Estados Unidos.

Viajo con mis cinco hijos y todos están enfermos por el mal estado de las comidas y el agua en los refugios. Que los padres no traigan niños.

Jason Salvatierra, ​padre de familia 

La falta de comida, el mal estado de la poca que se ofrece y la poca salubridad que hay en cada rincón de los albergues son otros de los problemas que deben atravesar los padres de familia. “Aquí todo es una porquería, todo está sucio. Convivimos con toda clase de personas. Además hasta el agua está en mal estado y por eso todos estamos enfermos”, comentó Julio Granados, migrante venezolano.

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Las escenas de madres abrazando a sus hijos en los albergues son repetitivas y los rostros desconsolados de los padres al darle ese sufrimiento a los menores, se describe solo, pero para muchos, este solo es un sacrificio momentáneo. “Lo hago porque realmente debo sacarlo del país, la situación en Venezuela está mala y no quiero que sufra lo que yo sufrí, por eso hago esto. Solo es por nuestro futuro, ojalá algún día mi hija lo entienda”, decía Clara (nombre protegido,) como pidiéndole perdón al pequeño que juega descalzo en el piso de tierra.

Pese a que la mayoría de cuadros observados en los refugios se observan a los padres con sus hijos, también hay los casos de niños abandonados o, para efectos de registros “menores que viajan solos”. También hay casos de niños que viajan con adultos que no son sus padres y muchas veces estas personas no pueden demostrar ni su parentesco. En esos casos, los menores se quedan en un sitio apartado hasta lograr identificar a sus padres y si es necesario puedan volver a su país”, explicaba la directora de Migración de Panamá, Samira Gonzaine.

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Los menores de edad son los que más sufren en las trochasJuan Carlos Castro