La Justicia venezolana ha configurado en la última semana un escenario de ventaja superlativa para el Gobierno de Nicolás Maduro que, en las elecciones parlamentarias que están a la vista, contará con un árbitro afín y dóciles contrincantes.

Los dos partidos opositores más fuertes, Acción Democrática (AD) y Primero Justicia (PJ), recibieron una estocada entre lunes y martes cuando el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) designó nuevas directivas para estas formaciones, ahora lideradas por unos disidentes más cercanos al chavismo gobernante.

Esto significa que ahora las siglas y el control de los partidos quedan, por decisión judicial, en manos de dos exmilitantes que fueron expulsados de sus partidos: Bernabé Gutiérrez liderará AD y José Brito encabezará PJ.

Ambos no solamente fueron expulsados de sus formaciones, sino que además son acusados de ser sobornados por el oficialismo para ponerse a su servicio y, quizá por casualidad, rápidamente pasaron del discurso radical con el que clamaban la necesidad de poner fin al chavismo a hacer un tímido llamado a la reconciliación nacional con críticas a la oposición. Por si fuera poco, el TSJ prohibió cualquier acción en su contra y reservó solo a ellos el uso de la tarjeta electoral y emblemas o colores de estos partidos.

Esto implica que en los próximos comicios, los votantes acudirán a las urnas y verán siglas, colores y logos por los que han votado durante décadas pero, quizá, no sepan que han sido cooptados por dos exmilitantes a los que el resto de activistas acusan de haber robado los partidos

Otras agrupaciones sufrieron el mismo linchamiento judicial, como Patria Para Todos y Podemos, dos partidos que apoyaron la llamada revolución bolivariana en la primera década y decidieron luego hacer oposición.

La meta de ir contra el Gobierno no la pudieron conseguir, pues el TSJ, una vez más, se aseguró de que los símbolos electorales de estos partidos siguieran en manos de simpatizantes del chavismo. También están Bandera Roja, MIN-Unidad y el Movimiento Electoral del Pueblo, pequeñas organizaciones que terminaron, sentencia mediante, lideradas por políticos menos incómodos para el oficialismo.

UN FUTURO ELECTORAL SIN EL G-4

No se puede entender la organización política de la ciudadanía venezolana contraria al Gobierno sin la coalición denominada G-4, compuesta por los cuatro grandes partidos detractores del chavismo: AD, Voluntad Popular (VP), PJ y los también socialdemócratas Un Nuevo Tiempo (UNT).

Ahora, con la anulación de AD y PJ, más la previsible sentencia contra VP (de Leopoldo López y Juan Guaidó), el grupo queda desarticulado y la oposición se enfrenta a un gran desafío: la búsqueda de nuevas formas de organizarse sin contar con el músculo que suponen los partidos, tanto dentro de Venezuela como de cara al mundo.