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Foto de Sistema Grana (12788871)
Investigación. Cámara en tiempo real del proyecto OBSEA, plataforma a 4 km de la costa de Vilanova y la GeltrúAGENCIA SINC

Robots vigilan la vida submarina

Las nuevas tecnologías de vehículos no tripulados, sensores y demás, amplian el conocimiento de los fondos marinos 

Los océanos tienen un papel clave en el sustento de la vida: están inevitablemente ligados a la biodiversidad, al clima, el bienestar humano y la salud. En el contexto actual de crisis climática, tienen la capacidad de absorber hasta el 31 % de las emisiones de CO2 antropogénicas y producen más del 50 % del oxígeno que respiramos. Son el verdadero ‘pulmón’ del mundo.

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Desde su superficie, naturalistas como Charles Darwin exploraron la vida en la Tierra y con la llegada de los primeros submarinos, los científicos pudieron ver por primera vez el fondo oceánico de cerca. En la actualidad, proyectos que combinan diferentes tecnologías, como la inteligencia artificial y los vehículos no tripulados, permiten en tiempo real y casi de forma automática identificar especies, alertar de lo que pasa a profundidades o capturar y analizar la basura que vertemos al mar.

“Las observaciones biológicas deben mejorar radicalmente para contribuir a nuestra comprensión de los ecosistemas marinos y una biodiversidad bajo múltiples factores de estrés y cambios globales a largo plazo”, dice a SINC Jaume Piera, del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC).

Piera forma parte del proyecto ANERIS, una iniciativa europea que quiere poner en marcha una red de Biología Marina Operacional, ‘mediciones rutinarias sistemáticas y a largo plazo de la vida oceánica y costera, y su rápida interpretación y difusión’. Rastrean desde bacterias a grandes cetáceos.

Para ello cuentan con diferentes tecnologías, como los sumergibles CytoSubs, que recogen imágenes que analizan microorganismos y partículas en el agua, como el fitoplancton; o la aplicación MINKA, en la que cualquier ciudadano puede aportar sus imágenes. “De momento se ha hecho una prueba piloto en la costa catalana en la que ya se han reportado más de 174.000 observaciones de más de 2800 especies diferentes”, explica el científico del ICM-CSIC.

Somos un laboratorio de referencia a escala nacional e interna-cional. En este proyecto desarro-llamos nuevas técnicas de navegación para que los vehículos trabajen en conjunción con estaciones fijas del fondo marino.

Marc Carreras Perez

profesor de la Universidad de Girona

Este trabajo es especialmente relevante para detectar especies difíciles de observar o para la aparición de invasoras en sus primeros estados de asentamiento. “Su detección temprana nos permite generar alarmas para activar planes de erradicación”, apunta el experto. La idea es que ANERIS recoja macrodatos para la toma de decisiones en políticas oceánicas, en particular dentro de la Directiva marco sobre estrategia marina.

Para que esta y otras iniciativas puedan ser posibles, se instalan plataformas permanentes para proveer de alimentación a los instrumentos científicos. Una de ellas es OBSEA, a 4 km de la costa de Vilanova y la Geltrú, que integra sensores y vídeo cámaras que almacenan información, además de instrumentos como sismómetros, un hidrófono o una boya a 40 metros del observatorio con cámara de videovigilancia y estación meteorológica con GPS.

Este observatorio se complementa con los datos recogidos por vehículos de los proyectos con los que colabora. “Además de desplegar dos equipos de última generación con ANERIS -de los que hay muy pocos instalados en todo el mundo-, también somos una plataforma de pruebas para el proyecto BITER y PLOME, en el que están implicados el CSIC, las universidades de Girona, Baleares, Politécnica de Madrid y la empresa Iqua Robotics”, declara a SINC Joaquín Del Rio Fernandez, profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña y director de OBSEA.

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La plataforma aplica técnicas de inteligencia artificial para analizar fotos y vídeos de macrofauna, principalmente peces. Asimismo, cuenta con tres cámaras en directo en las que se pueden visualizar los arrecifes artificiales de Seaslag, un proyecto de creación de nuevos materiales para estructuras de regeneración marina.

Se trata de lograr robots autónomos que colaboren con la estación, puedan quedar aparcados para cargar baterías y permanecer durante semanas sumergidos. “Estos experimentos se realizarán durante este verano de 2024”, detalla señala a SINC Marc Carreras Perez, profesor en la universidad de Girona.

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