
La precariedad arropa al aeropuerto de Madrid
Cientos de migrantes han tomado la terminal aérea como morada, tras no poder pagar un alquiler
El peruano Víctor Fernando Meza trabaja, pero no gana bastante para pagar un alquiler en Madrid, así que va a pasar otra noche en el aeropuerto de la ciudad. Es una tarde muy calurosa de mayo y ha llegado antes de las 21H00, cuando ya no le hubieran dejado entrar sin billete.
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Se trata de una medida impuesta hace una semana para dificultar la pernocta de cientos de personas en el aeropuerto, un asunto que ha saltado a la luz pública con fuerza y ha desatado una guerra entre las instituciones concernidas.
Quienes moran en el quinto aeropuerto de Europa, con sus 66 millones de pasajeros en 2024, llevan mal toda esta atención, no confían en soluciones y temen acabar perdiendo un lugar bueno para dormir, en comparación con el metro o la calle.
“Solo queremos que nos dejen tranquilos”, que “nos traten como personas, y no como animales”, explica a la AFP Meza, de 45 años, criticando a Aena, administradora de los aeropuertos españoles, por el modo en que afronta una situación que se repite, en menor medida, en Barcelona, Palma de Mallorca, Gran Canaria y Tenerife.
Aena, por su parte, argumenta que las terminales no están preparadas para albergar a cientos de personas sin hogar.
Los agentes de seguridad del aeropuerto “ya conocen a los que hacen problemas: a los que fuman, a los que toman todos los días. Y deben sacarlos a ellos, no a todos”, sostiene Meza, que va haciendo trabajos de mudanzas y que espera “trabajar seguido y juntar un dinero” para alquilar algo con su hermano en Madrid.
Los precios altos de las viviendas
Como en toda España, los precios de la vivienda se han encarecido considerablemente en la capital, donde el alquiler de un piso de 60m2 costaba hace 10 años 690 euros y ahora casi el doble, 1.300, según un cálculo medio basado en datos del portal Idealista.
A Meza, dormir en Barajas le ha dejado un sabor amargo -”te miran mal, acá existe mucho racismo todavía”- y ya piensa en volver a Perú: “yo trabajo unos años más, hasta mis 50 años, y me voy”, sentencia.
La misma amargura siente Zow, un albañil maliense de 62 años que duerme en el aeropuerto de Barcelona. “No me gusta dormir aquí, es muy feo, donde toda la gente te mira así”, narra a la AFP, imitando una mirada de desprecio.

Según una radiografía de La Mesa por la Hospitalidad, que reúne a varias asociaciones católicas, hasta 421 personas llegaron a dormir una noche, en marzo de este año, en las tres terminales públicas del aeropuerto de Madrid.
De ellos, el 78% eran hombres; la mayoría eran extranjeros, predominando un 46% de americanos; el 38% decía tener trabajo y el 50% llevar más de 6 meses durmiendo en el aeropuerto. La inmensa mayoría se va durante el día.
Los gobiernos conservadores de la ciudad de Madrid y de la región madrileña, en manos del Partido Popular, y Aena, un organismo público bajo control del Gobierno del socialista Pedro Sánchez, se culpan mutuamente del problema.
El ayuntamiento “es la administración pública responsable de la atención social primaria” y quien debería cumplir con “su obligación legal de atención a este colectivo vulnerable”, sostuvo Aena en un comunicado.
En cambio, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, respondió en declaraciones a la prensa que “Aena es público, el Gobierno tiene el control y lo que está pasando depende de varios ministerios”. El ayuntamiento sostiene que la mayoría de los afectados son extranjeros y deberían ser colocados bajo el sistema de protección internacional.
Pese a las discrepancias, ambas partes acordaron encargar un censo de los moradores del aeropuerto a una consultora externa para ver cómo ayudarles. Esperan tenerlo antes de que acabe junio.
Sin embargo, “nosotros no queremos nada de ayuda, no queremos nada. Solo queremos que no nos molesten”, insiste Meza.
Mientras tanto, el defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, ha urgido al Ayuntamiento de Madrid y a Aena a encontrar una solución conjunta para las personas que duermen en el aeropuerto de Barajas y ha explicado que en la visita que realizó a las instalaciones comprobó que no piden asilo, sino que son personas “que muestran su pobreza”.
En respuesta a los grupos parlamentarios durante una comparecencia en el Congreso de los Diputados ante la Comisión Mixta de Relaciones con el Defensor del Pueblo, Gabilondo ha señalado que esas personas “son el rostro de la sociedad de desigualdad” y ha lamentado que solo preocupe buscar una solución para “que desaparezcan de nuestra vista” y mandarlos a un lugar que “no incomode”.
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