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Vista general de una sesión del Senado de Texas, celebrada el 25 de mayo de 2023 en Austin (EE.UU).EFE

El camino judicial que busca devolver a las mujeres el derecho a abortar en EE. UU.

Este sábado 24 de junio de 2023 se cumple un año desde que el Tribunal Supremo en EE. UU. tumbó una sentencia que por 50 añod protegió esta decisión

El día de su aniversario de bodas y cuando estaba a punto de hacer pública la feliz noticia una ecografía cambió el rumbo de Taylor Edwards y la envió a un lugar que nunca creyó pisar: a los tribunales, para denunciar al estado de Texas, que no la dejó abortar, pese a que el feto no iba a sobrevivir. Era febrero de este año, ocho meses después de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos tumbara la sentencia ‘Roe contra Wade’ que había protegido durante cinco décadas el derecho al aborto a nivel federal y de la que el próximo sábado se cumple un año.

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Tras años de tratamientos de fertilidad estaba por fin embarazada y después de la fatal noticia sufrió un ataque incontrolable de nervios, que luego se transformó en desconcierto y rabia. “Después de decirme que mi bebé no sobreviviría, no me dieron otra información excepto el nombre de una clínica en Nuevo México. Todo lo demás lo tuve que buscar en internet”, cuenta desde el salón de su casa, a las afueras de Austin, capital de Texas. Si seguía las reglas de su estado tenía que esperar a que el feto muriera dentro de su cuerpo o dar a luz y verlo morir. “¿Y a eso lo llaman provida?”, clama indignada.

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Taylor Edwards habla con EFE durante una entrevista el 18 de junio de 2023, en su casa, a las afueras de Austin, capital de Texas.EFE

Tras la sentencia ‘Dobbs’, que el 24 de junio de 2022 puso fin a la protección del derecho al aborto, numerosos estados han implementado leyes para restringirlo. En 13 está completamente prohibido después de la sexta semana, cuando muchas mujeres todavía no saben que están embarazadas. En Texas, la única causa justificable es cuando la vida de la madre está en riesgo. Su gobernador, el republicano Greg Abbott, implementó medidas para restringir el aborto antes incluso de la sentencia del Supremo.

Cuando le detectaron la malformación en el feto, Taylor estaba embarazada de 17 semanas. Sumidos en un profundo dolor, ella y su marido tuvieron que investigar sobre los procesos para interrumpir el embarazo y sobre en qué estados podían hacerlo.

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Según denuncian organizaciones como Planned Parenthood, en el último año miles de mujeres han tenido que viajar a otros estados para interrumpir sus embarazos.

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Con datos de febrero la organización reportó un aumento del 800 % de las pacientes provenientes de Texas que visitaban clínicas de aborto en Oklahoma, Nuevo México, Kansas, Colorado y Missouri.

Taylor iba a viajar a Nuevo México, pero por una cancelación repentina acabó yendo a Colorado. “Fue dolorosísimo tener que estar en un hotel, solos, sin familia”, recuerda. Y costoso, pues entre viajes y procedimiento gastaron unos 6.000 dólares. “Sentí que mi estado me había abandonado, que los legisladores me hicieron estar en esta situación”. Así, cuando los abogados del Centro de Derechos Reproductivos la llamaron para preguntarle si quería sumarse a una denuncia de varias mujeres, no lo dudó.

Desde que el Supremo estadounidense tumbara la sentencia de 1973, decenas de mujeres han acudido a los tribunales. El Centro de Derechos Reproductivos y el Centro Brennan para la Justicia ha contabilizado 40 casos que impugnan las prohibiciones del aborto en 22 estados.

Mujeres como Amanda Zurawski, quien rompió aguas prematuramente, pero no recibió tratamiento a causa de la prohibición en Texas. Solo después de desarrollar sepsis -una infección que casi la mata- el hospital accedió a tratarla.

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Taylor recuerda el día en que vio por televisión la noticia de la sentencia del Tribunal Supremo. “Me puse a llorar. Mi marido no me entendía y me decía ‘no es algo que a ti te vaya a afectar’ y mira… meses después me afectó de lleno”. Acabar con los tabúes, los estigmas y “la visión simplista” en torno al aborto es otro de los motivos que la han llevado a contar su historia.

Con su melena rubia y su tez blanca, su anillo de casada y su casa con porche y jardín, su perfil no está en la cabeza de muchos estadounidenses conservadores. Tampoco estaba en la de sus padres y sus suegros, “votantes republicanos”, pero tras lo sucedido “se dieron cuenta de que situaciones como esta también están dentro de lo que es el aborto”. “Esto les ha enseñado que no todos los embarazos tienen un final feliz y que a veces es necesario recibir esta atención médica”, cuenta.

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El día en el que tiene lugar esta entrevista acaba de someterse “a una pequeña intervención” para poder volver a intentar quedarse embarazada.

Aún le quedan varios intentos y en la clínica cuentan con varios embriones suyos para implantarle. Y aunque tiene ilusión, reconoce también sentir mucho miedo. “Estoy absolutamente aterrorizada de quedarme embarazada, recibir otro diagnóstico fatal y tener que pasar por todo esto nuevamente”, afirma. Admite que si tuviera ya algún hijo no lo intentaría. Pero hoy su apuesta es seguir sacando fuerzas para intentarlo, mientras lucha también porque otras mujeres no tengan que pasar por el doble infierno que “nadie que no lo haya vivido puede comprender”.

ASÍ SOBREVIVEN LOS MÉDICOS

Miedo, desconcierto e impotencia son sentimientos que han predominado durante el último año en las consultas de obstetras y ginecólogos en muchos lugares de Estados Unidos por las leyes que han restringido el acceso al aborto, que afectan a los profesionales de la salud que atienden a mujeres.

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Después de que el Tribunal Supremo del país acabara el 24 de junio de 2022 con la protección del aborto a nivel federal han surgido numerosas leyes estatales que lo prohíben y amenazan a los médicos con duras penas como la cárcel o la retirada de la licencia para trabajar. “Como médico tengo las manos atadas. Cuando estoy interactuando con un paciente, no estoy diciendo cuál es la mejor atención médica, sino que tengo que preguntar qué creen mis legisladores que está bien”, cuenta Amna Dermish, ginecóloga obstetra.

Trabaja para la organización Planned Parenthood, el mayor proveedor de servicios reproductivos del país, y durante los últimos meses ha experimentado dos consecuencias que han traído las restricciones: “el deterioro de la salud de las mujeres” y el cambio radical de su propio trabajo. Al hacer un tour por las instalaciones de la clínica de Austin (Texas), Dermish se detiene delante de la puerta de una de las salas: “Hoy la usamos de almacén, a la espera de encontrarle otra utilidad”.

Era la consulta en la que se practicaban los abortos. Hoy lo máximo que puede hacer es brindar a las mujeres orientación sobre cómo viajar fuera del estado. “Después de la sentencia Dobbs (que tumbó la “Roe contra Wade”), mi capacidad para brindar atención directa desapareció por completo”, explica. Son varias las veces que la doctora llora durante esta charla.