Mi amigo, el fiscal

El título del presente cañonazo queda como tal y punto. ¿Qué podría comentar? ¿Decir que la administración de justicia en el Ecuador está contaminada por la manipulación que de ella hace la política? Eso ya se ha dicho. Ya lo he dicho. Y no pasa nada.

¿Plantear que cuando se tiene amigos en la Contraloría, en la Fiscalía General o en el Consejo de la Judicatura uno puede portarse como quiera con los fondos públicos, dilapidarlos al antojo, permitir que se los roben impunemente y después seguir pontificando sobre manos limpias, propias y ajenas? Eso está a ojos vista. Es lo cotidiano. Y no pasa nada.

En esta república -así, con minúscula- se ha llegado a sostener que los sobornos eran acuerdos entre privados y que lo que recibieron algunos funcionarios por servicios prestados a las transnacionales eran “propinitas”, cortesías que no afectaban para nada el interés general, puesto que las pagaba de sus ganancias la respectiva compañía. Eso, está probado, fue otra mentira cerdosa. Ya se conocen los mecanismos por los cuales los sobreprecios eran retornados a las empresas, menos, por supuesto, lo correspondiente a las “propinitas.” Eso ya está claro. Y no pasa nada.

También se conoce que en la provincia de Esmeraldas siguen sin agua potable en varios de sus cantones, pese a que sus autoridades han recibido diverso tipo de créditos, reembolsables y no reembolsables, provenientes de instituciones nacionales y extranjeras, y que una “intermediaria” en las peticiones de dinero pagó el pato por descuidada. Pero ya está libre y lo único cierto es que en la Provincia Verde se da una verdadera guerra por el agua, mientras los cómplices de no contar con ese indispensable servicio disfrutan sus mal habidos ingresos.

Mientras tanto, el culpable principal sigue dando lecciones de lo que es la fidelidad a un proyecto que ha arruinado a la nación y hasta se atreve a vender sus delirios en el extranjero, donde ahora quiere fungir como perseguido político, víctima de todo género de traiciones.

Y pensar que hay ilusos que creen que todo se resuelve con una consulta. Luego dirán que... no pasa nada.