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Carcelén. Una adolescente juega con su hija en Casa Elizabeth. Allí reciben apoyo para afrontar la maternidad y continuar con sus estudios.)
Angelo chamba

Una mano amiga para jóvenes Madres

Casa Elizabeth atiende a adolescentes embarazadas que han sido víctimas de violencia sexual o fueron abandonadas

Adolescente, embarazada, sin dinero, lejos de su país y de su familia. Las condiciones en la vida de Yorkaris no solo eran malas, eran calamitosas.

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Tenía 15 años y su novio la golpeaba. “Era el 2017. Él se drogaba y hacíamos cosas malas. Un día me amenazó con apuñalarme”. La adolescente de origen venezolano cuenta que tras ese episodio decidió buscar ayuda para llevar adelante el embarazo. Su idea era entregar al niño en adopción.

Entre risas reconoce que los planes le salieron mal. “Cuando vi a mi hijo por primera vez pensé que era la cosita más hermosa del mundo. ¿Cómo podía regalarlo?”. Hoy el hijo de Yorkaris tiene dos años. Tiene el cabello rizado, exactamente igual al de su madre.

Los dos viven en Casa Elizabeth, un hogar para adolescentes embarazadas, que desde hace 10 años funciona en Carcelén, en el norte de Quito.

“Nuestro objetivo es, pese a que se convirtieron en mamitas muy temprano, preservar esa etapa de sus vidas; ayudarlas a ser madres y que construyan un proyecto de vida”, dice María Fernanda Beltrán, directora de la institución.

1.631 niñasentre 10 y 14 años dieron a luz en 2020, según el Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos.

El 90 % de las mujeres que llega a la casa hogar son derivadas por los juzgados o juntas cantonales de todo el país, aunque la mayoría proviene de la Costa. Son chicas que han sido víctimas de violencia sexual o física. El 10 % restante son adolescentes que “han tomado una mala decisión y se encuentran absolutamente solas, sin saber qué hacer”, agrega Beltrán.

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En el espacio, madre e hija se sienten a salvo e intentan salir adelante.Angelo chamba

Nayeli se embarazó cuando tenía 14 años. “Desde los 13 me fui de mi casa porque mis papás me maltrataban mucho y ya no aguantaba. Entonces me uní con mi pareja”, recuerda la joven de origen costeño.

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Cuenta que cuando su novio se enteró de que estaba embarazada comenzó a golpearla. Primero con un cabresto y luego con un machete. “Un día me sentía muy mal, tenía fiebre y una maestra me vio la espalda toda llena de marcas”. Un juez conoció su caso y ordenó que ingrese a la casa hogar. Allí dio a luz a su hija Cataleya, que ahora tiene un año y medio.

Solo por detrás de Venezuela, Ecuador es el segundo país de Sudamérica con el mayor número de embarazos adolescentes. En 2020, 1.631 niñas entre 10 y 14 años dieron a luz a bebés vivos, según el Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC). La mayor tasa de natalidad en ese grupo de edad se da en Morona Santiago, Los Ríos y Esmeraldas.

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La mayoría de jóvenes que están en el sitio han sido víctimas de maltrato, incluidas las violaciones.Angelo chamba

En Casa Elizabeth, las adolescentes cumplen rutinas diarias diseñadas para prepararlas para su reinserción en la sociedad. Todos los días asisten a clases virtuales, limpian sus habitaciones, cuidan de sus hijos, preparan la comida y juegan entre ellas. Una vez por semana reciben terapia psicológica y de forma periódica, atención pediátrica y médica.

Otro pilar en este hogar es el trabajo espiritual, ya que los costos de la casa son parte de un ministerio cristiano evangélico. “Buscamos que ellas sean mujeres empoderadas y eso significa que logren perdonar y superar el pasado”.

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Cada adolescente tiene una historia de dolor y de esperanza. Nicole está en el octavo mes de embarazo. Es huérfana y vivía con sus hermanos. Cuando supo que esperaba un bebé de su novio buscó ayuda porque no tenía apoyo familiar.

Otra de las chicas fue violada por un familiar. Sus padres la llevaron a un lugar para que aborte, pero el niño sobrevivió. “Es mi razón de vivir. Quiero estudiar, quiero trabajar y darle un buen futuro a mi bebé”.

En los 10 años de funcionamiento de Casa Elizabeth han pasado 30 adolescentes. El cupo es para cinco y el promedio de estancia es de un año y medio. Pero también hay quienes no pueden ser reinsertadas en sus familias porque la violencia se mantiene, explica Beltrán.

En esos casos, la institución busca otras fundaciones que trabajan con adolescentes y que las apoyan hasta que terminan la escolaridad o hasta que pueden mantenerse solas.

En Quito, hay siete centros que acogen a mujeres víctimas de violencia o en situaciones de vulnerabilidad. Tres son para madres adolescentes.

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Yorkaris reconoce que no es fácil ser madre. “Yo tenía mucho temor porque estaba sola, pero cuando alguien me dio la mano y las otras chicas me decían que me esfuerce y que sea valiente, yo cambié mi vida”. Para Beltrán, el propósito de la casa es que las adolescentes tengan la oportunidad de tener una vida digna.

  • Las Menores sufren pobreza y violencia

Un estudio de 2020 de Unicef, sobre el embarazo adolescente, señala que detrás de este fenómeno se ocultan factores sociales y económicos determinantes como la pobreza, la aceptación del matrimonio o las uniones tempranas dentro de comunidades, la falta de educación integral de la sexualidad, el poco o deficiente acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, la violencia de género y la violencia sexual. De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición disponible del 2012, el 39,2 % de adolescentes entre 15 y 19 años ha iniciado una vida sexual activa. Se estima que esta cifra ha aumentado en los últimos años. En cuanto a las niñas menores de 14 años, la misma encuesta señala que el 8 % de las adolescentes en esa edad quedó embarazada de personas mayores a 30 años y el 80 % de embarazos fue fruto de violencia sexual. El 95 % de los casos queda en la impunidad.