Cuando se trata de buscar aliados en bien de la estabilidad económica, política y social, los gobiernos tienen malos asesores, quienes conforman los equipos de trabajo más cercanos de un gobernante a menudo cometen imprudencias y desaciertos, ofrecen opiniones egoístas que pareciera tienen como objetivo crear una barrera cada vez más grande entre el gobernante y el gobernado. Un mandatario justo e independiente en sus ejecutorias, escucha las opiniones de sus colaboradores, analiza y evalúa los criterios, sin embargo, como máxima autoridad de una nación, debe tener la capacidad de discernir entre lo que es bueno y malo para su pueblo, y orientar sus decisiones a manera de encontrar en ellos la cercanía y el respaldo del poder popular.

Señor Director, cuando un presidente abre sus oídos a la adulación y se aferra únicamente a las opiniones de su gente más cercana y cierra las puertas a otros sectores muy interesados en el bienestar social, corre el riesgo de cometer errores que al final se traducen en descontento y malestar popular. Las malas decisiones generan consecuencias negativas, los malos asesores con sus opiniones y criterios ambiciosos o revanchistas separan a los gobernantes de sus pueblos, pero las medidas que se toman con sensatez y sabiduría están destinados a tener éxito.

Eco. Mario Vargas Ochoa