En familia. Doménica Rodríguez Cordero (d) disfruta del ambiente familiar, junto a sus padres Giovanny y Mariluz, sus hermanos Hellen y Nicolás, y su sobrina Salomé Rodríguez

“Durante 200 dias recibi apoyo y respeto de mis companeros”

Estudiar rodeada de 764 varones fue una experiencia divertida y enriquecedora para Doménica Nicole Rodríguez Cordero, de 17 años, quien el miércoles pasado se convirtió en la única mujer graduada en la promoción 2015-2016 del colegio Vicente Rocafuert

Estudiar rodeada de 764 varones fue una experiencia divertida y enriquecedora para Doménica Nicole Rodríguez Cordero, de 17 años, quien el miércoles pasado se convirtió en la única mujer graduada en la promoción 2015-2016 del colegio Vicente Rocafuerte y la primera en los últimos 80 años de los 174 que tiene este emblemático plantel.

Divertida, porque los 40 compañeros de aula la hicieron sentir como una reina al prodigarle cuidados y ayuda en todo momento. Y enriquecedora, porque aprendió a comportarse mejor y a respetar el criterio y formas de vida de sus amigos del otro sexo.

Doménica, quien vivió en Colombia por más de 15 años, regresó a Guayaquil junto a sus padres Giovanny (43 años) y Mariluz (41), quienes buscaban mejores oportunidades laborales para ellos y más opciones académicas y económicas para sus hijos. Tiene dos hermanos: Hellen (21) y Nicolás (14) que, al igual que ella, gozan de doble nacionalidad: ecuatoriana-colombiana.

Cuando a sus padres les tocó buscar un colegio fiscal para que ella curse el tercero de bachillerato, ya que no contaban con recursos económicos para matricularla en uno particular, nunca imaginó que el distrito educativo, ubicado a pocas cuadras de su casa, en la ciudadela El Paraíso, en el norte de la ciudad, le asignaría el centenario Vicente Rocafuerte, donde se han graduado 13 presidentes de la República.

“Por mis padres conocía la trayectoria del plantel, que hace tres años asumió la coeducación (aulas compartidas por ambos sexos); pero lo que no sabía es que yo sería la única mujer que estudiaría en tercero de bachillerato, ya que la educación mixta recién estaba en décimo básico”, comenta.

“El primer día de clases, cuando me presentaron a los 40 compañeros de aula, me sentí un poco tímida. Todos querían darme sus asientos y de inmediato me rodearon para conocer más de mi vida. Eso me hizo entrar en confianza y desde entonces comencé a cosechar nuevas amistades que me apoyaron, cuidaron y respetaron durante los 200 días que duró el año escolar”, manifiesta, mientras muestra varias fotografías con grupos de amigos, captadas en el colegio.

Con algo de picardía confiesa que a veces sacó ventaja de su condición de única mujer en el aula. “Con frecuencia les pedía a mis amigos que vayan al bar a comprarme algo para comer durante el recreo, y ellos se ‘peleaban’ por hacerme el cumplido”, recuerda sonriente.

Sus profesores también la custodiaban. No la dejaban ir sola al baño durante horas de clases y vigilaban que ningún estudiante intentara propasarse con ella. “Siempre me sentí protegida porque me dediqué a buscar buenos amigos”, dice agradecida.

Sin embargo, señala que tuvo que enfrentar algunas críticas, especialmente de las estudiantes de décimo año, quienes fueron las primeras mujeres en llegar al plantel hace tres años y por eso debían ser las primeras vicentinas en graduarse. “La vida quiso que yo lo fuera y me siento orgullosa de eso, no solo porque pasaré a la historia por este hecho, sino porque además rompí con aquellos esquemas que suponían que la educación mixta en estos tiempos no funcionaría en un colegio de varones”.

Doménica ingresará a la Universidad de Guayaquil, donde estudiará Medicina Veterinaria. En abril iniciará el curso de nivelación.