La Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 9 de diciembre como el Día Internacional Contra la Corrupción para crear conciencia sobre este grave problema que afecta a distintos sectores de la sociedad del mundo. El objeto fundamental de este día es el de promocionar campañas que destaquen la transcendencia de la lucha contra la corrupción a nivel internacional. Se ha calculado que cada año se paga un billón de dólares en sobornos y se roban 2,6 billones de dólares anuales mediante la corrupción, lo que equivale a más del 5 % del producto interno bruto mundial. Ecuador es uno de los países en donde la corrupción ha tomado giros insospechados y esto tiene abrumada a la sociedad. Tan grave es la situación, que los ecuatorianos que deben votar en las próximas elecciones consideran que no puede hablarse del progreso de sociedad alguna si no se combate frontalmente y de manera categórica a la corrupción. Quienes aparecen en las encuestas como “indecisos”, lo que esperan es que los candidatos no caigan en trampas hábilmente preparadas para discutir tenazmente proyectos como el de la ley de plusvalía y que, por el contrario, le digan al país, sin miedo alguno, quiénes son los corruptos y qué van a hacer para que desaparezcan. Es interesante observar cómo los ecuatorianos que sienten sus bolsillos golpeados están firmemente convencidos de que junto con la corrupción, la falta de trabajo es otro aspecto que preocupa a todos. Además de estos dos graves problemas, también colocan al tráfico y uso de drogas, y a la inseguridad como los verdaderos jinetes del Apocalipsis que cabalgan sobre sus espaldas. De allí entonces que durante la campaña electoral, estos deben ser los problemas a enfrentar por parte de los candidatos, en forma contundente. Deben hablar la verdad y expresar que esta lucha no va a ser rápida, pero que están dispuestos a iniciarla, y sin crear falsas expectativas, aspirar a que el Ecuador salga de esta grave situación, la cual no puede ser negada por nadie, salvo que sea sordo, ciego y mudo.

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